Nadie puede ni debe quitar el dedo del renglón, mis únicos y queridos lectores, en estos momentos donde Morena se encuentra en una crisis de legitimidad y credibilidad, que no así, la gestión de la presidenta Claudia Sheinbaum, como tampoco la del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
El caso de Adán Augusto López -el carnal de AMLO- por un presunto acto de corrupción a título de asociación al crimen organizado cuando fue gobernador de Tabasco, donde su secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena, habría engrosado una estela oscura en torno al huachicol y algunas otras cositas delicadas, ha dado pábulo en Hidalgo para revisar el combate a la corrupción y malversación pública, en la que el huachicol es uno de los jinetes del apocalipsis que mantiene en vilo y alerta a la administración de Julio Menchaca.
El escenario es dantesco con respecto al huachicol y las declaraciones del gobernador Menchaca Salazar sobre que “exfuncionarios públicos habrían estado implicados en este ilícito” resultan escalofriantes, porque, sin duda, el gobernador de Hidalgo tiene los pelos en la mano.
Lo lapidario de las declaraciones del gobernador Menchaca Salazar, estriban en que no señaló el color partidista de los exfuncionarios, ni tampoco si se encuentran activos en la estructura de Morena Nacional. Esta realidad, destapada por Julio Menchaca, es una caja de Pandora que amenaza con ir, dentro de la probidad pública, hacia una estela insospechada en Hidalgo y el país.
A todas luces, estamos en una era de gobierno abierto y de redefinición de los alcances de este concepto que no sólo da paso a la incorporación de políticas públicas, donde la participación ciudadana constituya la constante, sino, también, donde el ciudadano conozca de cerca a la administración y sus servidores públicos, así como de una intervención dirigida en la transparencia y visibilidad gubernamental.
La mano firme de Julio Menchaca ha hecho temblar las bambalinas y es un gobernador que, pese a su mesura y discreción, no tiene pelos en la lengua. Esta conducta del primer mandatario de Hidalgo es lo que caracteriza su personalidad, que no se amedrenta ni quiebra, ni por el fuego cruzado desde su partido, ni por las rabietas de las estelas de los partidos y personeros del antiguo régimen.
En el trazo del gobierno abierto, Julio Menchaca ha dado una batalla no menor en las pesquisas de la Estafa Siniestra. Empero, el capítulo abierto en torno a los probables y posibles contubernios de exfuncionarios públicos respecto al trasiego ilegal de huachicol, amenaza con un pogromo insospechado en las estelas del antiguo régimen y quizá, también, en el escenario presente.
La caja de Pandora abierta por el gobernador Julio Menchaca avizora un escenario complejo en el entramado de los ilícitos públicos, más allá de lo ocurrido con el huachicol. En este trazo, el trasiego de huachicol se ha convertido en el pandemonio de la malversación pública que, en Hidalgo, pese a la firmeza con la que se le ha combatido, aún está lejano el horizonte para extinguir su presencia en los corrillos políticos.
La administración de Julio Menchaca vive un momento climático de consolidación de cara a la sucesión transexenal del 2028. En este trazo, la firmeza de mando y la consecuencia política de los actos públicos, develarán el peso del capital político de un gobernador que, sin cortapisas ni miramientos, ha dejado en claro ¡primero el pueblo!

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.