Allanando la fractura política del PRI

Los fenómenos políticos suelen ser confusos y complejos, pero lo es todavía más construir una conciencia política desde el pueblo, con el pueblo y para el pueblo, más allá de tener que allanar la sede del PRI.

A punto de cumplirse tres años del gobierno de alternancia de Julio Menchaca, la fractura del poder político del PRI en Hidalgo y de una oposición desprovista de proyecto político que languidece y se desvanece, dejando abierto el camino a una sucesión transexenal en 2028 que no prevé ninguna sorpresa, más allá que lo que implica la nominación de Morena de la o él candidato que habrá de suceder al actual gobernador de Hidalgo, no deja a la imaginación mayor margen de sorpresa.

 

La victimización del PRI Hidalgo, después del extraño caso de allanamiento a sus instalaciones que deberá ser investigado hasta sus últimas consecuencias por la justicia, debido a que los documentos revisados son de capital importancia para entender su fractura política y fracaso de conducción social, porque develan el hilo negro y el agua tibia de una conspiración negra y putrefacta que, seguramente, la realizó una mano izquierda tenebrosa, no deja dudas sobre que fuerzas de ultratumba desean desterrar lo poco o nada que queda del tricolor.

 

Durante décadas en Hidalgo, el bastión priista se encargó de mantener en un limbo de autonomía del poder político a la ciudadanía, borrando casi toda posibilidad de que el tejido social pudiera generar o construir una postura crítica del poder. En este trazo, la clase política del antiguo régimen se volvió omnipotente, omnisciente y omnipresente en las latitudes de Hidalgo, creando un futuro político de control social basado en el clientelismo político, en el hambre y pobreza social.

 

Por todas estas razones no puede extrañarle a nadie el allanamiento a la sede del PRI Hidalgo, que es poco menos que el enclave de misterios sin resolver y un peligro para la supervivencia de la izquierda en México.

 

A contrapelo, la derrota de las fuerzas del antiguo régimen en Hidalgo es producto de una tortuosa cadena de miseria y pobreza, cuyas asimetrías sociales marginaron a la ciudadanía en pro de proteger a una élite política y económica que no llegaba al 10% de la población.

 

La parálisis social que vivían las y los ciudadanos de Hidalgo trazó un futuro impedido a merced de las divas de una clase política que era juez y parte de los poderes públicos y que, por ende, encadenaba a su voluntad al tejido social. En esta atmósfera de control omnímodo -absoluto- del poder público no se movía una hoja sin que la centralización del poder del PRI dictara sus convencionalismos, lo que a la postre creó una ciudadanía sumida en el dolor de la pobreza, la ignorancia y la miseria, sin oportunidades ni porvenir.

 

El ascenso de Morena en Hidalgo como fuerza política de alternancia, provino de esta combinación de factores del control político de las fuerzas del antiguo régimen y de la incursión de un activismo político de una izquierda ambivalente y confusa, integrada en un movimiento político al amparo de una figura de poder: AMLO.

 

Andrés Manuel López Obrador hizo prevalecer su figura por encima de cualquier fuerza política partidista y aprovechó en su ascenso la crisis de representatividad de los partidos del antiguo régimen, cuyo parque jurásico reflejaba, al tiempo en Hidalgo, los arcaísmos de una sociedad prácticamente inerte y paralizada, sin mayores trazos al cambio social y ampliamente desigual.

 

Prácticamente a tres años de la llegada al poder de Julio Menchaca, los trazos e inercias del obradorismo y el claudismo en Hidalgo han sembrado no una conciencia política de izquierda, sino una adhesión al carisma de Andrés y Claudia, esta última de la cual la derecha dijo que no tenía carisma y que hoy parece, irónicamente, presentar el carisma político que ningún personero de la derecha ostenta.

 

La ecuación es lineal. Andrés y Claudia en la izquierda se convirtieron en figuras de poder mítico que sobrepasa las lógicas de conducción de los partidos políticos, incluido Morena, debido al carisma político.

 

Alfons Söllner, filósofo político, advirtió que cuando una figura de poder -como Andrés y Claudia- sobrepasan el poder de un partido, se posicionan en la antesala de los líderes carismáticos, los cuales suelen subyugar a una sociedad y concretar las grandes tareas de la historia política de los pueblos.

 

Julio Menchaca, encadenado al vínculo de adhesión política al claudismo en pleno ascenso de poder en Hidalgo, está provisto de la sombra del carisma de Claudia Sheinbaum que, pese a la contracorriente antirrevolucionaria de un movimiento político que se depura a pasos agigantados en la nación, se encuentra incubando nuevas rutas al desarrollo de Hidalgo.

 

La cronología del 3er. Informe de Gobierno de Julio Menchaca no puede ser observada desde la temporalidad de su mandato, sino desde el análisis de un proceso que lo ha vinculado a un proyecto político de alcances insospechados en la nación y cuya fuerza política ha sepultado en vida a una oposición donde lo antiguo de su pensamiento la tiene postrada en el arcaísmo político e inerte de toda dimensión política.

 

La monopolización y concentración del poder político del PRI, que mantuvo inerte por más de nueve décadas a la población mayoritaria de Hidalgo, hoy se resquebraja ante el ascenso del claudismo que, unido a las ambivalencias del sistema político en México, ha creado un cisma político para las fuerzas del antiguo régimen que asemejan a marionetas sin cabeza.

 

Los fenómenos políticos suelen ser confusos y complejos, pero lo es todavía más construir una conciencia política desde el pueblo, con el pueblo y para el pueblo, más allá de tener que allanar la sede del PRI.


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