En un contexto de impugnación política del PAN Hidalgo, la presidenta del partido blanquiazul, Marcela Isidro, ha presentado una postura de amplia escisión con el PRI Hidalgo, en términos de la evaluación de una batalla política perdida en la conducción ciudadana que amenaza al blanquiazul a quedar postrado frente a los resabios del rechazo ciudadano a la derecha en Hidalgo.
En una situación de reacción virulenta de la cúpula del PAN sobre el PRI en Hidalgo, Marcela Isidro ha escindido de cualquier alianza o adhesión política al blanquiazul con el tricolor, acusándolo de ser un partido que presenta no sólo inconsistencias antidemocráticas, sino, también, la carencia de un proyecto político.
Las precisiones de Marcela Isidro contrastan con la debacle del 2 de junio de 2024, donde lo que señalaba Marko Cortés, líder en esos momentos del PAN, que “la alianza de la oposición constituía un frente democrático frente a la tiranía de izquierda”. En esos momentos, el PAN y PRI -que habían dado paso a la alianza PRIAN+PRD- eran pasión y gloria y vivían entre la miel, a pesar del reflujo de las moscas que la circundaban.
¿Cómo explicar el rechazo del PAN al PRI a nivel nacional?
La lectura analítica establece que ante los rendimientos políticos decrecientes en el PRI y el autoritarismo perpetuo de Alejandro Moreno, el efecto dominó de los estragos de la crisis de extinción del PRI los ha tenido que sortear la nueva dirigencia de Jorge Romero, líder nacional del PAN, que, inevitablemente, ha hecho un llamado a los diferentes comités estatales, como el del PAN Hidalgo, a crear una barrera de protección o aislante político para evitar que la ciudadanía termine rechazando al PAN, tal y como lo hace con el PRI.
Aunado a esto, las élites económicas de México encuentran en Acción Nacional a su más pura representación partidista, por lo que el llamado a la escisión con el PRI no sólo proviene de la cúpula de Acción Nacional, sino, también, del poderío de las élites que han visto erosionado su poder económico y su influencia política en el aparato de Estado de Morena.
En este trazo lógico de escisión de la derecha, el PRI acusa su descomposición orgánica, a tal grado que el éxodo de priistas como José Antonio Rojo, cuya defección ha causado un cisma en el tricolor, ha advertido la posible reducción del tricolor a su mínima expresión, convirtiéndose en un partido satélite.
Las reacciones de Acción Nacional en Hidalgo han causado estragos en otros partidos de la derecha como MC, quienes han pintado su raya con el tricolor y se aprestan para concretar posibles bloques políticos que, no necesariamente, alianzas electorales. Sin embargo, algo queda claro en la derecha hidalguense: las alianzas de facto se suceden como una expresión de política reactiva frente al incremento del capital político de Morena Hidalgo.
Por su parte, es notoria la euforia de Marco Rico, líder de Morena Hidalgo, que ha percibido en la escaramuza entre PAN y PRI un nicho de oportunidad de expansión anticipada electoral, de cara a su proceso interno de afiliación a través de los comités ciudadanos y en torno a la consolidación del Plan Claudia en su fase de expansión de la izquierda a nivel nacional.
Las placas tectónicas con las que juega el PAN Hidalgo y su péndulo de escisión política con el PRI ya vaticinan estragos políticos y la sucesión transexenal 2028 para una posible batalla política del blanquiazul se ve como un horizonte lejano y de crisis intestina.
