Los entretelones de la política en Hidalgo, mis únicos y queridos lectores, oscilan como un péndulo entre las ambiciones personales y de grupo frente a la necesaria preservación de la gobernabilidad de la gestión de Julio Menchaca.
El peso de las condiciones tribales que persisten en la izquierda radical se presenta como una pesada carga política, donde la beligerancia se cierne como una de las anomias que deben desterrarse de los escenarios y contiendas por el poder del aparato de Estado.
En diversos medios y corrillos políticos ha aparecido la búsqueda de notas sobre el grupo Izquierda Unida Hidalguense, que encabeza Tonatiuh Herrera, y que ha cobrado notoriedad expresa en torno a la revocación de mandato que se encuentra en un proceso preliminar para acceder a un posible mecanismo democrático que revoque o ratifique la gestión del gobernador Julio Menchaca.
En este trazo, los medios en Hidalgo han cubierto un evento paralelo en relación a manifestaciones de la ciudadanía en apoyo y ayuda a los damnificados por el huracán Priscilla, que ha devastado a Hidalgo. Es precisamente en este escenario, donde -en la ciudad de la metrópoli capital Pachuca- se movilizó la ciudadanía y se produjo una reacción de enfrentamiento que fue contenida por cuerpos de seguridad ciudadana; en este acto, trascendió por la cobertura de diferentes medios que detrás de esta reacción se encontraba el grupo Izquierda Unida.
Las suspicacias no se han hecho esperar y, la reciente demanda de Tonatiuh Herrera por garantizar un proceso de lista nominal acorde a los parámetros nacionales en el recabo de firmas para instaurar el mecanismo de revocación de mandato, han elevado los reflectores sobre un choque político entre Izquierda Unida hacia la gubernatura de Julio Menchaca.
La lectura analítica de la cadena de eventos que ha protagonizado Izquierda Unida ha develado que la izquierda con carácter tribal jamás dejó de estar presente, y que las sombras y resabios de las tribus del PRD persisten más allá de su formación originaria, y que sus estrategias políticas no han cesado.
Ante este escenario, la postura de Morena a nivel nacional -y en específico la conducción de mando que instauró AMLO y que ha preservado la actual presidenta Claudia Sheinbaum- han trazado un camino de disciplina y unidad en Morena, lo cual no implica que no pueda existir el disenso de grupos al interior del partido guinda, pero sin la inclinación a crear estamentos tribales como en el pasado reciente de la izquierda.
Recordemos que en la lucha por la nominación que encumbró a Sheinbaum Pardo como candidata de Morena se enfrentó a una movilización tribal que pretendió encauzar Marcelo Ebrard, de la cual se impuso la disciplina de partido y unió filas bajo la frase ¡es Claudia!, reconociendo los resultados de la consulta interna en Morena.
Esta radiografía de ese escenario político que terminó con las ambiciones políticas inmediatas de Marcelo Ebrard, sin que con ello se manifestara en contra de los métodos de selección interna, arengó a los sectores radicales de la izquierda que tuvieron que disciplinarse.
Los sucesos en Hidalgo de Izquierda Unida, que han pretendido alterar el control de la gobernabilidad e ir en choque directo contra la administración de Julio Menchaca, siguen cuestionando la cohesión de los grupos en Morena y más allá de ella, al grado que los escarceos y movimientos de Izquierda Unida se han convertido en un dolor de cabeza y perfilan un devenir de desencuentro político.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.