Este domingo se anunció que el ingeniero Carlos Peralta Quintero daba marcha atrás en su decisión de desaparecer a los Tigres de Quintana Roo y que vendía al equipo a un grupo de empresarios de esa entidad, cuya cara pública es ni más ni menos que Fernando Valenzuela.
Para nadie es un secreto, Carlos, sabemos que no te gusta el béisbol y que prefieres los toros y el golf. El equipo heredado por tu padre, don Alejo Peralta, fallecido en 1997, se convirtió en una carga en la que no querías gastar, además de que según el testamento paterno, no podías venderlo.
Abandonaste junto con los Diablos el Parque del Seguro Social para trasladarte al incómodo Foro Sol, al que supuestamente asistiría más gente por tener estacionamiento y al que llegabas ostentosamente en tu helicóptero, a diferencia de tu papá, que se uniformaba y que, poco antes de su muerte, fue al estadio con suero para ver al equipo de sus amores, que le dedicó el título del 97.
Seguramente te enojaste cuando los fieles fanáticos a los Tigres te lanzaron camotes, cuando anunciaste que te llevabas el equipo a Puebla, en los tiempos del gober precioso, que te había prometido incluso un estadio techado.
Pero el romance duró poco, aunque rindió un campeonato en 2005, con el plus de que se logró con puros jugadores mexicanos.
Tu peregrinaje te llevó a Cancún, donde nuestros amados Tigres consiguieron tres campeonatos en 2011, 2013 y 2015, sobre todo gracias al coraje y la enjundia de peloteros que sí le tienen amor a la camiseta.
Como paradoja del destino, conseguiste dos títulos más que tu padre, siete por cinco, y que eran los únicos momentos en los que aparecías con el gobernador para sacarte la foto.
Pero resultaba evidente que no querías gastar en el equipo, que en algún momento de apuro tuvo que vender a peloteros emblema como Luis Mauricio Suárez o a despedir a managers como Matías Carrillo, por capricho del gobernador que pagaba la nómina. La crisis se agudizó cuando el nuevo gobierno dijo que no pensaba cooperar con el equipo.
Lo cierto es que te agradecemos que la gran historia de los Tigres no desaparezca y que se ponga en manos de personas a las que sí les interesa el equipo de nuestros amores.

Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.