México merece más mexicanos y menos políticos

En Hidalgo mucho hemos hablado de los políticos que exhibieron su falta de sensibilidad y poco sentido de apoyo más allá de una fotografía que coronaba sus ambiciones electorales, ejercicios que afortunadamente fueron rechazados por la colectividad. La buena noticia es que también surgieron expresiones con gran sentido de conciencia social que enaltecen a sus autores.

Arrancamos con la afición de los Tuzos del Pachuca. No fue el ejercicio de la directiva lo que se llevó las palmas, sino los grupos de jóvenes que se organizaron para donar desde víveres y ropa, hasta una campaña para llevar esperanza y sonrisas a los niños de las zonas en desastre regalándoles colores y planas para dibujar.

La UAEH no se quedó atrás, pero tampoco fue por sus autoridades directivas, sino por la comunidad estudiantil que buscó formas diversas de apoyo y comunicación, sin faltarles los voluntarios que acudieron a levantar la Ciudad de México.

Los estudiantes del Tec de Monterrey mostraron su mejor cara al recolectar toneladas de donaciones, reiterando enérgicamente no deberse a ningún grupo o actor político, poniendo su valentía como ejemplo a toda la ciudadanía.

Las figuras a nivel nacional que se sumaron a la reconstrucción de zonas enteras dieron un ejemplo monumental: actores de talla internacional como Diego Luna se dieron a la tarea de abrir centros de acopio con apoyos a cientos de necesidades de la población, sin mayor meta que mitigar la devastación.

El ámbito deportivo también se hizo presente: se veía igual al portero del equipo Cruz Azul, Jesús Corona, que al “Canelo” Álvarez, el primero con cubrebocas levantando escombros en la capital del país y el segundo en las zonas afectadas por los sismos levantando escombros y tierra.

En Hidalgo todos sabemos de algún conocido que acudió a sumarse a esa enorme colectividad que está poniendo a México de pie, entre los que se encuentran profesionistas, estudiantes y obreros por igual.

La comunidad artística y literaria de la entidad también organizó colectas a través de medios digitales para recabar en especie e invitar a donar a las grandes asociaciones como los Topos.

También surgieron Los Atlantes de la Salud, que acudieron a brindar atención médica; la comunidad de médicos se sumó sin miramientos con donaciones y aportando sus servicios.

En cada municipio se observaban grupos de personas buscando cómo recabar insumos con cartulinas llenas de frases que enchinan la piel y ponen por sentado el amor a México.

Entre este impresionante desfile de trabajo humanitario no se encontraba la clase política, hecho que mostró la capacidad de reconstrucción de un país sin necesitar de ninguna autoridad gubernamental para dirigirlos, sin distingos de ramificaciones sociales acudieron con humildad y fuerza.

Todos aquellos voluntarios y recolectores de donaciones cambiaron la narrativa de México, que se transforma en el país sin abstinencia política con interés, responsabilidad social, con sentido de integridad y nacionalidad.

Esto sin dejar de señalar a “los políticos” como parte del mal endémico que no ayuda, que no acude a levantar escombros, que no se esfuerza por levantar paredes caídas, que no se sangra las manos por rescatar a alguien, que no llora por la impotencia de encontrar a alguien sin vida, que no sale a las calles a pedir apoyo, que no comunica ni siquiera en vías digitales, que no difunde, que no abrió su casa ni sus negocios, que no está en las calles cantando el Himno Nacional, que no se conmueve ni se identifica, pero que sí está en sus rincones festejando sus prepotentes resultados.

México ha mostrado al mundo entero su fuerza inagotable para reconstruirse, pero sobre todo para mostrarse como una sociedad coordinada con estudiantes, abogados, médicos, arquitectos, diseñadores, maestros, carpinteros, fontaneros, amas de casa, comunicólogos, camilleros, motociclistas, transportistas, deportistas, actores, cineastas, estilistas, comerciantes, empresarios, millenians, músicos, ninis… Cada mexicano convertido en el héroe de su país.

Mientras una clase política -que pulula- se encuentra al margen con grandes responsabilidades sobre la mala construcción de edificios o las casas en zonas con pobreza extrema, porque eso es resultado de la corrupción y falta de capacidad en ellos que ahora se muestran mesiánicos en sus centros de acopio donando el dinero que han obtenido de su dudoso trabajo.

El sismo y los huracanes removieron la conciencia de un país entero al que le sobra la clase política, que se abstiene de un voto por falta de credibilidad en el sistema político pero que no duda en salir a rescatar a su país.

México cambia su propia historia, lo ha hecho antes y lo hace ahora, muestra a su población perfectamente capaz de construir, el país al que le sobran voluntarios, que agota productos en una tienda, que colecta también para los animales damnificados, que sacó a todos de sus asientos para reconstruir, que en esta ocasión no permitió crecer la novela de Frida Sofía, que sigue rindiendo honores a sus muertos, que ha donado días y esfuerzo.

El siguiente año de elecciones este país asumirá una responsabilidad más y estamos seguros que no le faltará la valentía de los estudiantes, ni el esfuerzo de la afición, ni voluntad de los médicos, ni la responsabilidad de los millenians, ni la expresión de sus periodistas, pero esperemos sí le falten muchos políticos.