La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se ha convertido en un laberinto sin salida para México y Canadá. Mientras Estados Unidos continúa poniendo obstáculos a la integración regional de los tres países con propuestas mercantilistas sin fundamento económico, México y Canadá siguen esforzándose por salvar la continuidad de una zona de libre comercio que pretende rediseñarse contradiciendo los principios de libre comercio.
Desde el 11 de octubre, Estados Unidos, México y Canadá iniciaron su cuarta ronda de negociaciones. Reunidos en Arlington, intentan darle continuidad al Tratado de Libre Comercio, pero el secretario de Comercio estadounidense, Robert Lighthizer,anunció que la sesión se extendería por dos días más de los programados.
El calendario original pretendía terminar con la renegociación antes de fines de este año, pero las presiones de los tiempos previstos y las posiciones de los negociadores lo están complicando. La voluntad política de México y Canadá está a prueba, sus gobiernos y negociadores siguen creyendo en los beneficios del TLCAN, afirmando que están preparados para todo.
Al respecto, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, dijo en su visita a Washington: “Vamos a seguir trabajando para proteger los intereses de los canadienses", mostrando que no cederán a los chantajes. Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha amenazado con poner fin al TLCAN; sin embargo, cuando se le preguntó si planeaba mantener la zona de libre comercio sólo con Canadá, sin México, respondió: “Por supuesto, absolutamente”, lo cual deja en evidencia que no quiere nada con México y los mexicanos.
Por ahora, Estados Unidos quieren llevar las reglas de origen hasta el 85% de componentes regionales en el sector automotriz, contra el 62.5% existente, condición para que las unidades del sector automotriz puedan circular libremente en la zona de libre comercio creada en 1994. Los negociadores estadounidenses han propuesto tres medidas para enmendar las disposiciones del acuerdo sobre las reglas de origen sobre autopartes, pues la administración de ese país pretende que el 85% de las autopartes se fabrique en uno de los tres países o que el 50% de estas piezas se fabrican exclusivamente en Estados Unidos; así como que el acero, el aluminio, el cobre y el plástico utilizados se consideren en el cálculo de las reglas de origen.
Canadá y México se oponen a los cambios propuestos, argumentando que perturbarían a la industria automotriz, la cual ha alcanzado una alta integración en la zona de libre comercio; a la vez, después de una reunión en la Ciudad de México entre el ministro canadiense de Comercio Internacional, François-Philippe Champagne, y el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, ratificaron el rechazo de sus gobiernos a la propuesta de introducir una cláusula de rescisión del TLCAN después de cinco años, lo que implicaría renegociarlo cada lustro.
Fuera de la lógica económica, viendo al libre comercio sólo como un negocio de un país sobre el resto, Estados Unidos no tiene ninguna intención de profundizar la integración regional e ir más allá de la zona de libre comercio creada, sino todo lo contrario. No obstante, Canadá y México han convenido que si Estados Unidos se retira del TLCAN, la zona de libre comercio creada en 1994 continuaría regulando las relaciones comerciales entre los dos países.
Hasta ahora, la propuesta que ha hecho el gobierno de Trump no parece otra cosas que obstáculo destinado a dinamitar el TLCAN, a encontrar elementos inexistentes para justificar su salida. Ese país no desea que sean las ventajas comparativas, de las que habló por primera vez el economista inglés Adam Smith en su obra “La riqueza de las naciones” y luego desarrollara David Ricardo en el Siglo XIX, sean las que definan la especialización de las economías de cada país, las que distribuyan los factores de producción, sino someter el “libre comercio” a reglas arbitrarias.
Tanto el presidente Enrique Peña Nieto como el primer ministro canadiense han decidido optar por el diálogo contra la confrontación de Trump; sin embargo, ninguno de ellos puede asegurar que tendrá éxito en la renegociación de un TLCAN con un miembro inconforme, pese a los efectos negativos sobre su economía si EU decide salir y la oposición de miles de empresarios agrupados en la Cámara de Comercio de esa nación.

Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.