—Tu voz.
Estoy en la cúspide de la metafísica.
—Tus ojos.
Hegel soluciona la dicotomía entre el ser y el devenir a través de la historia del espíritu y su proceso dialéctico. El dilema mutable-inmutable como la eterna oposición que resuelve de manera magistral.
El ser es devenir.
—Tu todo.
La primera mañana en el rancho fue cristalina, secreta en sus rincones de madera y nublada en todos sus alrededores; me asomé por la ventana y, luego de observar las enormes coníferas, las montañas gritaban mi nombre mediante el viento helado del norte. El agua fría de la pileta mojó mi cara, mi cuello haciéndome temblar y me eché el cabello hacia atrás. Una gruesa chamarra de mezclilla con relleno de borrega, doble calcetín y unas botas que me quedan un poco grandes. Bajé del tapanco, pasé al baño y salí emocionado al patio cubierto por una fina capa de hielo; pero resbalo, caigo de nalgas y me raspo las manos. Me levanto, me sacudo el hielo y no veo a los caballos. Seguro están en el establo. Recorrí los dos patios y, luego de detenerme por momentos para observar insectos, aves de corral (gallinas, guajolotes y patos) y algunos otros animales de granja (chivos, borregos y cerdos), me adentré en los terrenos aledaños, los más cercanos. Una huerta de manzana, otra de ciruelos, un sembradío de frijol, otro de maíz y un potrero con ganado en su mayoría de raza Hereford.
Me siento en lo alto de una loma, donde puedo ver toda la perspectiva del rancho y ni así alcanzo a vislumbrarlo del todo. Más de quinientas hectáreas propiedad de mi abuelo, un hombre muy rico y, seguramente, el más acaudalado de toda la región. Sin embargo, es solitario, amargado y, quizá, un poco loco.
—Cualquier cosa que es —me dice Hegel— no es lo que es y, a su vez, lo es pero en otro nivel del proceso dialéctico.
Platón intentó conciliar el ser y el devenir acotando los criterios para su determinación y, por tanto, las condiciones de posibilidad (validez) en el contenido de sus afirmaciones. El mundo metafísico-inmutable y mundo físico-mutable; sin embargo, dichos mundos continuaron separados por el resto de la historia de la filosofía, incluyendo a Kant y su intento de sintetizar epistemológicamente la verdad racional-inmutable y la verdad empírica-mutable en un mismo sistema. No obstante, ¿por qué la contradicción es para todos un problema? Para Hegel la contradicción no sólo es algo inherente a la realidad sino que es la realidad misma, i.e., la realidad es contradictoria.
—¡Serner!
Me llaman desde el rancho y bajo a desayunar a la cocina con doña Refu y sus dos sobrinas, Irma y Perla. Huevos con barbacoa, carnitas y quesadillas. Atole, tamales y dulces tradicionales. Jugo de naranja, más atole y café.
—¿Quieres algo más? —me pregunta doña Refu.
—No, no, muchas gracias. Estuvo riquísimo pero ya estoy más que satisfecho.
—¿Qué vas a hacer hoy? —me pregunta Perla.
—Voy a leer un poco y…
—¿No quieres ir a la cascada? —me pregunta Irma.
—¿Cuál cascada?
Doña Refu me explica que es un acantilado a unos pocos kilómetros de la casa:
—Puedes irte en el Cuerillo (el caballo color miel) y mis sobrinas te acompañan en el Frijol.
Me gustó la idea y asentí emocionado, empero, justo cuando estábamos en el establo poniéndole la silla a los caballos, llegó Fidel, el desagradable mayordomo de mi abuelo, a ordenarles groseramente arrear una vaca que no puede parir. Las acompaño al potrero, la arreamos con cuidado y, luego de guardarla con cuidado en un cómodo corral, nos interrumpe Fidel exigiéndoles ir por el veterinario.
—¡Pero rápido, pendejas! —les ordena y ellas salen corriendo.
—No les hables así —tímidamente le digo.
—¿Qué?
—No deberías hablarles así.
—¿Así cómo? —me pregunta retadoramente.
—Sólo no las insultes —le digo luego de una pausa—. Por favor.
Se me queda viendo pero no re-huyo su mirada y lo obligo a voltear a hacia otro lado, se faja el pantalón y, antes de retirarse, echa un escupitajo cerca de mis pies.
—Chamaco pendejo —dice mientras prende un cigarro y se aleja caminando.
Me quedo solo con la vaca y la acaricio un poco, ésta me ve con ojos de desesperación y comienza a pujar expresando el dolor más absoluto de su ser. Noto que las patas de su becerro finalmente se asoman por su vagina y, sin pensarlo, tomo la reata y les hago un nudo (nunca había hecho un nudo).
¡Muuu…
La vaca gime y el vapor de su respiración se eleva por la oscuridad pintada de tristeza en la impiedad de la naturaleza. Pero puedo hacerlo.
¡Muuu…
¡Puedo hacerlo! Aseguro sus patas con fuerza y, lidiando con todo el movimiento, jalo la reata y, con todo lo que puedo, caigo finalmente de espaldas sintiendo que la resistencia ha cedido. Y luego de unos segundos de silencio…
El bramido de un becerro.
Levanto la cabeza y lo primero que veo ante mi cara es a la vaca, quien me lame la cara. Yo sólo sonrío. Ésta me da un último lengüetazo y regresa con su becerro para comenzar a limpiarlo, bañarlo, lamerlo. Amarlo.
Hegel tenía razón, la realidad es contradictoria.
Continúa 78

Por: Serner Mexica
Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".