¿Quiénes son los bateadores del Morena team?

El orden al bat es una de las claves en el funcionamiento de una novena. Lo mismo ocurre en una campaña política: el acierto es decidir quiénes son los candidatos correctos y conseguir el triunfo.

Morena se ha saturado de peloteros de diferente poder e inteligencia. El bateo comienza con Martí Batres, un congruente y efectivo primer bat; se embasa de todas formas, y si no, sólo hace falta revisar su currículum: lo mismo puede colaborar en el gobierno anterior en la Secretaría de Desarrollo Social y después mandar al diablo al PRD para seguir al jugador franquicia, el zorro López Obrador, a otro equipo. Con el guante ataca todas las bolas como líder del partido, cuando tiene que apoyar en otro frente es muy disciplinado. Es uno de esos jugadores sacrificados que todo equipo busca tener, recordemos que quiso aspirar a la candidatura del gobierno de la ciudad y estoicamente, sin renegar como Monreal, supo entender que éste no era su momento y cedió a la jugadora en primera base, con más aprobación del Peje toletero, como la competidora por la jefatura de la Ciudad de México.

Luego, en el segundo turno aparece Marcelo “El Dandy” Ebrard: hábil jugador, con más mañas que títulos universitarios, especialmente para batear de hit en run (golpes y batea). Escurridizo como nadie, difícilmente se poncha, va por todas y es capaz de jugar todas las posiciones. Senador, diputado, jefe de gobierno y en una de esas le arrebata el tolete al mismísimo cañonero de Macuspana. Le gusta jugar de asesor, coordinador regional, secretario de seguridad pública y si le piden recoger las bolas, siempre sonriente el carnal Marcelo ocupa la posición que le pidan. La debilidad del ojiazul de los espejuelos es la suma de errores cuando se trata de proteger la bola, pero nadie como él para robar y robar…bases, ¡no se me confundan!

Como tercero en el orden tenemos al peligroso zacatecano Richard Montking. El expriísta-petista-perredista amagó con dejar al Morena team, pero como inteligente estratega prefirió serenarse y jugar en la posición de parador en corto la contienda 2018. Montking sabe leer las jugadas y está siempre informado de las variantes del juego, sabe sorprender con batazos profundos que a veces se convierten en doblete inesperado. Crucial será su capacidad al bat para adelantar a los jugadores en los senderos y llenar la casa para que el torpedero y cuarto bat, que ya sabemos quién, la vuele en el jardín central.

En el honroso cuarto bat el estelar no podría ser otro: el gran Peje toletero y su bat tienen el talento de hacer el swing correcto, especialmente cuando en la temporada 2006 y 2012 no alcanzó para ganar el campeonato presidencial. El de Tabasco, que hubiéramos apostado que batea mejor del lado de los zurdos, en los últimos tiempos le gusta cambiarse al lado de los diestros para jalar la bola por la extrema derecha, se prepara en la zona de Encuentro Social para echar alabarés a Cristo y en esos momentos de nostalgia priísta prefiere poner el bat y la bola en el centro…del parque. El Peje jonronero no sólo la vuela, sabe desesperar al rival, al que llama la mafia del poder, pegando de foul hasta que el serpentinero se agote y le ponga la mejor bola que le permitirá limpiar las bases y mover el marcador por paliza, en un marcador alto que ni Ricardito, el queretano tierno “que ni picha ni cacha” y mucho menos el débil bateo del robusto Pepe “Bateador Designado” Meade podrán alcanzar.

Así el orden del equipo Morena, que en el quinto sitio cuenta con una reciente adquisición: “Baby” Germancito Martínez, de origen azul, puritano y con la cruz siempre en el pecho, dispuesto a ponerse la camiseta de sus otrora adversarios y regresar al primer plano a base de batazos de vuelta entera.

En el sexto al orden un sucio jugador, despreciado en todos los parques por sus malos oficios y trampas: Napito Minero. Llegó recomendado por López Obrador, pero ni siquiera los del equipo quieren jugar con él, que hasta hace poco jugaba en sucursales en Canadá.

En la posición de séptimo está Claudia Scheibaum, quien se especializa en empujar carreras y adelantar corredores por su gran facilidad de conectar siempre en terreno bueno, excepto en Tlalpan, donde los terrenos del colegio Enrique Rébsamen le jugaron sucio.

En octavo y noveno están los dos Ponchos -que no ponchados-: Romo y Durazo. El primero, el empresaurio, cuenta con un juego limitado, confunde a Napito con Mandela, además sostiene inocentadas como el “fin de la corrupción” y el “perdón a narcos”. Nadie espera mucho de él, sólo que no estorbe en el juego y que al menos evite los roletazos de doble play.

El otro Poncho, Durazo, quiere una oportunidad en el equipo Morena ya que reniega que cuando él jugó con los tricolores no le dieron muchos turnos al bat. Dependerá de él regalar el out o ganar para el equipo del populismo, la honestidad valiente y la república del perdón.

Así las cosas, al menos en el bateo el line up luce bien. Veremos qué tal le va al pitcheo, esa parte del beisbol donde se ganan los juegos.

 

Por: Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.






TRES BOLAS Y DOS STRIKES - Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.