China, en busca de supremacía mundial

El miércoles inició el XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCH) y esta columna no sería suficiente para enumerar las repercusiones mundiales que ha tenido.

Todos los medios han hecho eco del Congreso del PCCH, un partido que desde 1982 abandonó el socialismo científico para abrazar el capitalismo y convertir a la economía china en el centro de desarrollo del capitalismo moderno, la locomotora del crecimiento mundial y el segundo exportador en el orbe.

Aunque el socialismo aún está a años luz, en tanto no se desarrolle el capitalismo y de sus entrañas surja ese nuevo modo de producción, como surgió él del feudalismo, en el mundo actual se siguen haciendo esfuerzos por avanzar en el diseño de una sociedad más humana y menos despiadada que la capitalista, aun cuando la china no es el mejor ejemplo y sí de un capitalismo sin escrúpulos, donde todo es una mercancía.

El presidente chino, Xi Jinping, presentó el proyecto de modernización “socialista” de la economía y la sociedad china, para ponerla a la “vanguardia del mundo” en 2049, en el centenario de la República Popular China; con ello, pretende encumbrar a ese país como centro del poder mundial, abriendo su economía, reafirmando el control del PCCH y prometiendo el inicio de una nueva era.

Jinping, asumiendo su rol de guía de la nación en una de las coyunturas más importantes desde que asumió el poder hace cinco años, declaró que China había entrado en una nueva fase para crear un “país socialista moderno”, una declaración que los analistas consideraron como un preludio de la continuidad de la conducción del PCCH de la sociedad, de la economía y del Estado, bajo una sola dirección inobjetable.

Hace cinco años, cuando Xi Jinping salió del Teatro del Pueblo como el nuevo líder, llevaba el peso de una crisis política y social sobre su espalda. En ese entonces, la élite del PCCH había sido golpeada por la lucha interna por el poder y los escándalos manchaban a todas las esferas del Estado, la corrupción y el soborno, los asesinatos eran la moneda de cambio, en un país que se sigue declarando socialista. Los comandantes militares y los jefes de seguridad del Estado, los guardianes del gobierno y del partido, habían crecido insultantemente corruptos y ambiciosos, provocando la ira popular.

Ahora Jinping, frente a los más de 2 mil 300 delegados, señaló: “En este momento, tanto China como el mundo se encuentran en medio de cambios profundos y complejos, pero China todavía está frente a una coyuntura importante de oportunidades estratégicas para el desarrollo. Las perspectivas son brillantes, pero los desafíos son muchos”.

En un discurso de 3 horas y media, habló del desarrollo del país en la próxima década, de la corrupción generalizada y los desequilibrios en la economía, que han provocado malestar social, así como de problemas sociales y ambientales.

Malestar que pretende enfrentar fortaleciendo el poder y acercándose a la sociedad civil, confiando en que un crecimiento económico alto, combinado con profundas reformas económicas, permitirá una mejor distribución de la riqueza, aumentando la represión del Estado contra la corrupción y avanzando en la configuración de su sistema político centrado en un solo partido.

Al presentar su plan para transformar a China en “un gran país socialista moderno”, el presidente Xi Jinping ha mostrado sus verdaderas ambiciones, las cuales parecen rebasar las de sus propios antecesores, plan que se dividiría en dos etapas para transformar a China a mediados de este siglo. De acuerdo al plan, China en 2020 deberá ser una sociedad moderadamente próspera y en 2035 iniciaría la modernización socialista, con lo cual se convertiría en un poderoso país socialista moderno, caracterizado por la prosperidad, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y hermoso en 2050.

Mientras que Mao promovió la lucha de clases y el socialismo, Deng Xiaoping abrazó sin miramientos el capitalismo pragmático, Xi Jinping quiere darle la grandeza a China. Por primera vez el PCCH estaría aprobando un plan a largo plazo que superaría 2020; con lo cual la nueva filosofía del presidente Xi pasaría a consagrarse en los documentos del partido al concluir el congreso que durará una semana, dándole el mismo estatus que recibieron Mao Zedong y Deng Xiaoping. Sus ideas han sido caracterizadas por sus correligionarios como el “pensamiento socialista con características chinas para la nueva era”, el cual pretenden llevar a nivel constitucional.

Xi Jinping, convencido de que debe consolidar su poder para su segundo mandato de cinco años, prometió abrir las puertas a la economía mundial; pidió que el partido no sólo salvaguarde la soberanía de China, sino que esté presente en todos los aspectos posibles de la vida del pueblo chino en una cruzada ideológica para aplastar cualquier intento de socavar el liderazgo del partido o copiar el estilo occidental de democracia; pues en su opinión, “ningún sistema político debería ser considerado como la única opción y no deberíamos copiar mecánicamente los sistemas políticos de otros países”.

En su discurso, planteó nuevos controles en los medios de comunicación y en Internet, pero también habló de fortalecer, mejorar y desarrollar las inversiones públicas, la prevención de la pérdida de la propiedad del Estado, de reformar en profundidad las empresas públicas, de trabajar para desarrollar una economía mixta y la promoción de empresas de clase mundial; así como de avanzar en la profundización de las reformas de mercado, en la liberalización de su moneda y su sistema financiero, de fortalecer el papel de las empresas públicas en la economía, de mejorar las normas y prácticas que obstaculizan la puesta en práctica de un mercado único y la competencia, apoyando en el desarrollo de la empresa privada y estimular las entidades del mercado, de frenar la especulación en el sector inmobiliario, poniendo énfasis en los asuntos económicos y la supremacía del PCCH.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.






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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.