La enfermedad es una condición de debilitamiento y afectación de la salud que determina la calidad de vida de una persona. Sin embargo, cuando un gran número de personas viven en la enfermedad, el asunto sale de lo íntimo y se convierte en un problema de salud pública, por tanto, es responsabilidad del Estado y de todo su andamiaje hacerle frente.
Sin embargo, cuando el Estado es incapaz de manejar una situación de esta naturaleza, las cosas pueden ponerse muy complicadas. La semana pasada tuvieron lugar diversas protestas en nuestro país por la falta de quimioterapias en hospitales. Los principales movilizadores fueron los padres de niños con cáncer, quienes exigieron al gobierno el inmediato abastecimiento de medicamentos, pues ya se han presentado graves complicaciones en la salud de sus hijos por la falta de tratamientos e incluso se han mencionado casos de muerte.
Mientras el presidente se ríe de los memes sobre la rifa del avión presidencial, hay gente (niños) muriendo por las múltiples fallas en la cadena de abastecimiento de medicamentos en el sistema de salud público en México, pero, sobre todo, hay miles de mexicanos temiendo por su futuro en un sistema que no puede responder con seriedad a los problemas que afectan nuestra vida.
Enfermedad en su raíz latina significa “falta de firmeza” y allí es donde todo cobra sentido, pues vivimos en un gobierno que no es firme, sensato o siquiera congruente con sus promesas. A los mexicanos que no vivimos en la opulencia se nos ha quitado el derecho de tener un trabajo decente, de una educación de calidad, del disfrute de ciudades seguras, de una vida digna, y ahora ni siquiera tendremos permitido enfermarnos porque nos dejarán a solas peleando contra la muerte.
