El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum se debate entre la dualidad de los avances programáticos de sus primeros seis meses -cuyo capital político la ha posicionado con un dejo de aprobación social de más del 70%- y la crisis política del nepotismo y la infiltración de las fuerzas del antiguo régimen sobre Morena.
El piso firme del gobierno de Sheinbaum Pardo, mis únicos y queridos lectores, sigue siendo el pueblo.
El pueblo, categoría ambivalente desde los análisis de Giovanni Sartori, constituye el piso firme de Morena y el trabajo iniciado en el proyecto de izquierda por el Tlatoani tabasqueño. En este trazo, el incremento en las votaciones en favor de Morena, de la cual la de la elección presidencial de 2024 le propinó a la derecha el derechazo que la mandó a la lona, es el indicador de que ni por un segundo la presidenta Sheinbaum Pardo puede dejar de desplegar programas sociales ni macro obras que continúen expandiendo las oportunidades que su gobierno ha creado.
Empero, el frente interno e intestino en Morena, el cual se ha visto ensuciado por el nepotismo, influyentismo y dispendio de algunos de sus personeras y personeros a nivel nacional, impone no sólo una crisis temprana en el esquema de consolidación política de la 4T en el gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum, sino, también, la necesidad de prever los estragos y consecuencias de debilitar la fuerza de los programas sociales, que no son un blindaje a toda prueba.
El análisis de vuelta a la realidad después de la elección del Poder Judicial, que mantiene contrapesos “ocultos” a Morena, debe ser prueba fehaciente de que ordenar la casa es necesario antes de abrir sus puertas.
La infiltración política en Morena -que la vive lo mismo el gobierno de la Ciudad de México, que el gobierno de Julio Menchaca en Hidalgo- y los trabajos de conciencia e ideología política en Morena se mueven más lentos que sus programas sociales, lo cual es peligroso.
No caben vacilaciones. El gobierno de Claudia Sheinbaum ha puesto en jaque a las fuerzas del antiguo régimen, que han comprendido que se están jugando el todo por el todo. Por ende, cada paso que da la presidenta Sheinbaum hacia el frente, no puede ser entorpecido por los pasos hacia atrás que dan los extraviados en Morena.
Las señales de la infiltración política en Morena son claras y precisas. La amnistía política iniciada por AMLO se ha realizado a diestra y siniestra en Morena, que parece echar las campanas al vuelo, mientras el excremento de paloma las ensucia.
El problema en Morena es intestino. Nació como movimiento político y ello presupuso una amalgama de fuerzas que no se unían a las pretensiones de los sectores de izquierda; en esos momentos, el objetivo era deponer del poder al antiguo régimen, pero una vez que López Obrador llegó a la presidencia la primera tarea del naciente partido guinda debió ser la purificación de la izquierda, cosa que estuvo y todavía está ausente.
A Claudia Sheinbaum no le falta decisión política. Empero, esto no acontece con todas las caras que le acompañan en el poder del Estado, en el sentido de expansión y consolidación de la izquierda en México. En los hechos se percibe que muchas de las arengas de personeras y personeros de la izquierda sobre la consolidación de la 4T son vacías y huecas, porque no están acompañadas por los hechos contundentes y necesarios que requiere en apoyo a Sheinbaum Pardo.
Con la mano izquierda cobrando y con la derecha socavando. Esta parece ser la consigna que después del asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz en el gobierno de Clara Brugada, y los resultados de la elección del Poder Judicial hacen tocar tierra de vuelta a la realidad.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.