Desde Noruega ya llegó la línea de acción, Omar Fayad -con el tino del conocimiento de la política local y desde los recovecos que vivió cuando fue cúpula del PRI-, ha hecho la jugada maestra, comienza a posicionar, desde el Pacto Político con AMLO, los escarceos para incorporar al segundo piso de Claudia Sheinbaum, sus piezas en Hidalgo.
El trazo de la penetración del GPI en la 4T tiene tres sustentos lógicos:
En primer término, Omar Fayad mantuvo cercanía política con AMLO y delineó la creación del GPI, por lo menos, un año antes de su defección al PRI, porque ello le permitía en tiempos y movimientos, consolidar a sus piezas políticas con capital propio, como Julio Valera, y a sus correligionarios de afecto, como Sergio Baños, perfilarse en una nueva ruta de poder.
El segundo anclaje que realizó Omar Fayad fue más minucioso. El poder y crecimiento del Grupo Universidad fue la prueba empírica que trazaba en el GPI la creación de una base de infiltración política en las estructuras de poder; sin embargo, Fayad no tenía la posibilidad inmediata de controlar un partido político como el PT, pero las opciones estaban en la mesa y el Partido Verde de Hidalgo, está tan verde, que lo puso en la mira de Fayad.
El tercer eje lo constituyó la debacle del PRI Hidalgo. Carolina Viggiano, en su desencuentro con Omar Fayad, fortaleció la integración del GPI y la cercanía de Fayad Meneses con López Obrador. El trazo político quedaba con nitidez y claridad, Fayad se convertía en héroe político y no en traidor como pretendió hacerlo pasar Viggiano Austria.
A contracorriente, tanto Alejandro -Alito- Moreno como Carolina Viggiano crearon un efecto de rechazo al PRI con la calificación de la traición.
El manejo de la traición por la cúpula del PRI, en realidad, creó el efecto de victimización de personajes como Miguel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu y de Omar Fayad Meneses. La defección de la talla de estos personajes del PRI se convirtió en el efecto tácito “Yo acuso” del escritor francés Émile Zola, que impugnó el poder de Alito Moreno y Carolina Viggiano en un esquema de secuestro del partido tricolor.
Omar Fayad emergió entonces triunfante con el GPI y la Embajada de Noruega. No sólo había logrado que el halo del “pacto político” que trabajó con el tabasqueño en diferentes visitas a Hidalgo fuera una evidencia inequívoca de adhesión política, sino que su manto se extendió a los miembros del GPI, que en desbandada salieron a las redes sociales con el anuncio de que se había formado una nueva fuerza política en Hidalgo.
En prospectiva, el GPI irá creciendo en la medida que su infiltración política pueda penetrar a los partidos satélites que no se encuentran en confrontación con la 4T, lo cual habrá de generar una “cofradía política secreta”, donde ser parte del GPI constituya una alianza de facto, las cuales se han incrementado entre grupos de poder, partidos políticos y actores políticos que quedaron marginados en los poderes públicos.
El 2 de junio es el banderazo de salida formal para que el GPI encumbre la presencia de un poder paralelo a la partidocracia, proclive al ascenso y consolidación del segundo piso de la 4T y en dirección al fortalecimiento de un poder fáctico con penetración pública.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
