El neoesclavismo digital de la juventud

La juventud es presa de las nuevas tecnologías y la enajenación que provocan, la cual tenemos frente a nuestros ojos, a diario, con seres embebidos en un teléfono celular.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Hoy, como nunca antes, hablamos mucho de los jóvenes y sus proyecciones laborales en una economía de mercado que los devora a través de los conocimientos sobre las nuevas tecnologías, cercenando a todos los que no son parte de la adopción cognitiva de ellas, grave situación porque en América Latina menos del 47% de la población tiene conectividad electrónica.

El neoesclavismo cobró interés en los años 80 porque muchas personas de todas partes del mundo migraron a empleos que se abrían en países musulmanes, donde se les ofrecían contratos jugosos, pero sólo el patrón podía revocar el contrato, aunque lo solicitara el trabajador, y para retenerlos se les quitaba el pasaporte, se les enclaustraba en zonas habitacionales controladas (lo cual sigue sucediendo), e incluso se les imputaban delitos religiosos.

En nuestra era, el neoesclavismo empresarial se centra en la explotación de jóvenes que tienen una desarrollada cognición digital, aunque muchos de ellos no han terminado sus estudios, pero ya son parte de los grandes consorcios internacionales en diferentes divisiones de la producción y su flujo migratorio es creciente.

Ventana de análisis aparte, está el hecho de que se ha cosificado la vida de los jóvenes al crear “zonas de aislamiento digital”, es decir, el mundo digital que los enclaustra y aliena, enajenando con ello la reflexión sobre la realidad social que ahora se reduce a lógicas digitales, lo cual invierte el espacio de cognición, confundiendo las prioridades sociales, en gran medida, desde las lógicas del mercado y el consumo digital.

Respecto a esta inversión de la cognición digital pensemos: ¿es acaso el mundo digital el que nos permite leer, o es nuestra inserción en la realidad lo que posibilita la lectura, antes y más allá de sus elementos digitales?

El neoesclavismo digital de la juventud está generando cretinos funcionales, los aísla y cosifica los rituales asociacionistas de la voluntad, engañándola y reduciéndola a una construcción de la realidad absurda.

Si advertimos el aislacionismo de la realidad digital, entenderemos la atomización que ocurre en las relaciones humanas, pues hoy, por ejemplo, en una reunión familiar, digamos a la hora de la comida, los dispositivos crean “ínsulas concomitantes relacionales”, pero no relaciones humanas de intimidad.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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