Las macro obras que la presidenta Claudia Sheinbaum ha desplegado en Hidalgo en los vínculos con la administración del gobernador Julio Menchaca se encuentran precedidas de operadores políticos que han construido la expansión de planes y programas de la 4T.
Los analistas políticos en la pasada elección del Poder Judicial, ya sea en pro de la derecha o de la izquierda, han perdido de vista el valor de la segmentación del voto, en la función programática partidista y gubernamental etaria, donde los adultos mayores han dado la batalla del piso firme para el gobierno de Sheinbaum Pardo y siguen posicionándolo en el poder.
En este trazo, el posicionamiento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación del abogado Hugo Aguilar, de origen mixteco, que ha tenido una trayectoria de activista y luchador social de los pueblos originarios y de cercanía con el tlatoani López Obrador, ha encumbrado muchas de las macro obras y programas que ganaron adherentes a Morena no sólo de la tercera edad, y hoy se perfila como una de las cartas más fuertes del claudismo en ascenso, con base de sustentación del obradorismo para dar una verdadera batalla contra los abusos del Poder Judicial y de los vientos de la resaca política de las fuerzas del antiguo régimen.
El tlatoani López Obrador, en su trayecto en la presidencia de la República, le encargó a Hugo Aguilar el cuidado de los viejitos y que los programas del gobierno de ayuda y apoyo a la tercera edad de los pueblos originarios, se destinaran a cabalidad. En este trazo, Hugo Aguilar no sólo se convirtió en un factor político de confianza del obradorismo, sino que perfiló su trayectoria hacia una escalada sin precedente en los personeros de Morena; haciendo valer los pasos del tlatoani, que siempre esperó que sus colaboradores comprendieran que el verdadero activismo político se hace en la proximidad ciudadana. Esta lección política la ha entendido en su justa dimensión, mis únicos y queridos lectores, el gobernador Julio Menchaca en las Rutas de la Transformación.
El análisis crítico del ascenso de Hugo Aguilar contempla dos vectores.
La patria de los viejitos y los pueblos originarios
En este vector de gobierno y gobernabilidad, Hugo Aguilar comprendió la dimensión de la lucha histórica del tlatoani y construyó una red de proximidad ciudadana que, a la postre, desde el sur del país, fue creando un basamento político para el obradorismo centrado en el amparo de los pueblos originarios y los adultos mayores como pieza fundamental de la patria.
El indigenismo y la conciencia política
El vector del indigenismo y la conciencia política ha sido asumido por Hugo Aguilar como un parámetro de identidad en ascenso en la izquierda, como un capítulo protagónico que ha emprendido la presidenta Claudia Sheinbaum, que le ha otorgado pensiones a las mujeres indígenas, inclusive, trazando una menor edad de 60 años para acceder a ellas.
Hugo Aguilar ha sido ampliamente impugnado por las fuerzas de la derecha en su ascenso al Poder Judicial, porque conocen el peso de su trayectoria histórica como operador político y, por ende, reconocen el peligro que implica un ministro sin dobleces en la estructura del Poder Judicial.
La derecha se mofó y tildó de populista al tlatoani cuando desplegó los programas en favor de los adultos mayores, lo que jamás hicieron las fuerzas del antiguo régimen, cuya miopía política e inopia gubernamental, los llevó a minimizar y menospreciar a este sector etario que hoy es una fuerza articulada dentro del barco político del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, donde Hugo Aguilar abrirá un capítulo de justicia y dignidad para los pueblos originarios.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.