Entre las acciones afirmativas y la mercadotecnia

“La política no sería lo que conocemos sin las estrategias de mercadotecnia que se utilizan para lograr su objetivo, que finalmente es vender”.

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Por: Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.

Leer los libros de Charlie y la fábrica de Chocolate (1964), Las Brujas (1983) o Matilda (1988) nos hace pensar, obligadamente, en sus nuevas adaptaciones cinematográficas, donde aparecen circunstancias que no están en el contexto del escritor británico Roald Dahl (1916-1990), sino en uno más bien comercial, es decir: hicieron una adaptación más o menos fiel, pero con la mercadotecnia necesaria para llegar al público objetivo.

Lo mismo ocurre en política cuando dicen que democratizarán la circunstancia, que en el mundo de la oligarquía competitiva y de la democracia procedimental es un ejercicio de mercadotecnia, porque:

  1. Utilizan slogans, como es el caso de la frase del expresidente de la República: “Me comprometo y cumplo” ;
  2. Ambientan con jingles o canciones, como la del partido Movimiento Ciudadano (MC), llamada “Movimiento naranja”; y
  3. Usan imágenes de marca, como la silueta de Claudia Sheinbaum en muros y publicidad “ciudadana”.

Es decir, que tanto películas como políticos operan con herramientas de ventas, y si saben que una acción afirmativa no necesariamente es resultado del empoderamiento de personas en función de su origen étnico o nacionalidad, edad, condición social o de salud, espectro religioso, preferencia sexual o género, o de cualquier otra índole (art. 1, párr. 5 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos), sino que una acción afirmativa también puede ser una herramienta de trabajo, la emplearán.

Me explico con el ejemplo de Las Brujas: el protagonista, un niño nacido en Inglaterra, hijo de noruegos y nieto de noruegos, con una abuela paterna mencionada y originaria de Oslo, nos invita a suponer que el niño es de tez blanca; si persistiera la duda, Quentin Blake ilustró, a petición del autor, al protagonista y a la abuela en varias páginas y con una portada a color, en la que no queda duda de su color de piel. Sin embargo, en favor de la inclusión o de la democratización del contenido, el niño de esta historia en la adaptación fílmica de 2020 es afrodescendiente.

En ciencia del poder, el ejemplo, cuando una acción afirmativa es usada como herramienta mercadológica y no como una herramienta de empoderamiento, es cuando un político rancio es seleccionado a través de su descendencia o de su pareja para representar a la juventud o al sexo opuesto. A juicio de quien suscribe, Félix Salgado Macedonio fue seleccionado a través de su hija, “la Torita”.

Las acciones afirmativas podemos catalogarlas en tres ramas principales: la que otorga derechos a personas que no los tienen (como la mayoría de edad a personas cada vez más jóvenes), la creación de cuotas (para limitar la participación de actores políticos y darle espacios a otros) y los límites a la participación de algunos ciudadanos (por ejemplo, a titulares de cultos o a exfuncionarios públicos).

Con esto entendemos que no es una democracia absoluta, porque si los ciudadanos lo quisieran, una persona que no cumpliera los requisitos antes mencionados podría acceder a los cargos que la ciudadanía pretendiera, como un bebé, un extranjero o el ministro de un culto religioso, por decir los más exagerados. Sin embargo, la ley, la jurisprudencia y los titulares del poder establecen reglas para determinar si una candidatura la utilizará un hombre, una mujer, una persona de la comunidad LGBTIQ+, algún integrante de pueblos originarios, una persona con discapacidad, un ejidatario, etcétera. Algunas personas califican esto como algo positivo y algunas como algo negativo.

Al hablar de política debemos de hablar siempre de Maquiavelo, ya que él escribió de todo, y obviamente también hizo una interpretación de esto en torno a la mujer. Maquiavelo deja al descubierto su naturaleza y que la antropología determina el poder: en un diálogo de El arte de la guerra (lib. VI) redacta lo siguiente (sic): “Bautista — ¿Permitían los romanos que en sus ejércitos fueran mujeres y que los soldados jugaran, como hoy, a juegos ajenos a los ejercicios corporales? Fabrizio — Prohibían ambas cosas, y no era difícil de cumplir la prohibición, por ser tantas las ocupaciones de cada soldado, generales y particulares, que no les quedaba tiempo para pensar en Venus ni en el juego, ni en nada de lo que hace a los soldados sediciosos e inútiles”. Y en discursos sobre la primera década de Tito Livio (Lib.III, cap. XXVI), señala que: “se ve primero que las mujeres han sido causa de muchas ruinas ocasionando gran daño a los que gobiernan pueblos, y en éstos, muchas divisiones”. Finalmente, en El Príncipe (cap. XXV) dice que: “[E]s mejor ser impetuoso que cauto, porque la fortuna es mujer y, es necesario, si se la quiere poseer, forzarla y golpearla”. Afirmaciones que son terribles y que se conservan sin censura o sin “adaptación”, pero que mantienen la intencionalidad estricta del autor.

Por el otro lado, y como contradicho de lo anterior, en fechas recientes en el estado de Hidalgo hubo impugnaciones en contra de una determinación que obligaba a los partidos a postular personas de sexo específico en algunos municipios. La determinación es antidemocrática desde los ojos de alguien que piensa en la democracia absoluta, sin embargo, quienes hicieron estas reglas pensaron otra cosa. Sería interesante saber su opinión del mismo cuerpo colegiado que dijo aquello, si en un hipotético se determinara dicha regla para la elección del Ejecutivo federal, es decir, que tuvieran que ser mujeres todas las personas que aspiran al cargo o si el porcentaje de población mayoritario tuviera que ser el que determina el supuesto, o revisar el supuesto de cada una de las acciones afirmativas mencionadas en este texto.

Cuando vender es el objetivo, no importa si los personajes masculinos son sustituidos por femeninos, como en la serie La Fundación, de Apple TV; si se obvia o romantiza el problema del narcotráfico con canciones melosas, escenas de sexo y persecuciones sin violencia explícita, como en La Reina del Sur, de Telemundo; o si se cambian los colores de la piel de los personajes, como en Las Brujas. La política se parece tanto a una empresa de comunicación que parece que juega con las mismas reglas.

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Por: Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.


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CONSTITUCIONALISMOS - Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.