Mis únicos y queridos lectores, la narrativa política -cuento o ficción- es la fuente de la administración de los recursos y estrategias en la derecha en México. La necesidad de crear cuentos que lo mismo causen incertidumbre que conmoción, empatía o frustración social, es una estrategia que intenta el control político, en un momento donde la derecha ha entendido a la perfección que se está jugando el todo por el todo, mientras la izquierda no acaba de cuajar el proyecto de la 4T a título de responsabilidad y conciencia de la mayoría de los involucrados.
Las comunicaciones se estrecharon; Morena había perdido en Veracruz y Durango, y los telefonemas no se hicieron esperar.
En la noche de la jornada electoral del Poder Judicial las cosas no estaban claras y en el PRI se presentaban informaciones confusas. Mientras que, en Morena se perfilaban escaños como el de Hugo Aguilar hacia la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la algarabía de haber encumbrado al primer indígena en la impartición y procuración de la justicia en México. Empero, con la misma velocidad que Morena festejaba el ascenso de Hugo Aguilar, las fuerzas de la derecha develaban su pasado de cercanía con el EZLN.
Años atrás, en la caravana de la libertad del EZLN, Hugo Aguilar había visitado Hidalgo, teniendo encuentros con núcleos de los pueblos originarios. En esa época, el subcomandante Marcos se oponía al orden sistémico de la derecha y luchaba por reivindicar no sólo a los pueblos originarios, sino, también, a los desposeídos de la nación.
En ese entramado político, donde el EZLN avivaba las simpatías de más de un sector de la población en México, Hugo Aguilar fue construyendo su activismo por los pueblos originarios y, a la par, estudiaba leyes, formándose como un abogado que, a la postre, entendería en su justa dimensión el despojo histórico, marginación y opresión en la que quedaron los pueblos indígenas, no sólo desde la época colonial, sino, también, en ese México independiente en el que los grupos conservadores y liberales convirtieron a los indígenas en extranjeros en su propia tierra.
En Hidalgo, diversos personeros del antiguo régimen, como Xóchitl Gálvez y Nuvia Mayorga, crearon narrativas políticas en pro del rescate de los pueblos originarios, pero, en realidad, sólo eran la antesala para aprovechar los recursos de sus programas sociales y seguir en el genocidio de pueblos que han ido perdiendo no sólo sus costumbres, sino también las raíces de sus lenguas.
La población indígena en Hidalgo se encuentra postrada y pocos han sido los programas sociales con un impacto significativo para devolverles la dignidad que les fue arrebatada. Empero, la narrativa de los gobiernos del antiguo régimen era otra, se hablaba del orgullo de la patria y el cobrizo del mestizaje como de Juárez y la grandeza del derecho ajeno, palabras huecas que los pueblos originarios han rechazado frente a su marginación y desigualdad que les impuso el Estado del antiguo régimen.
Hoy que un indígena mixteco asciende a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la narrativa de la derecha cambia la grandeza de Juárez por el peligro que encierra un indígena que impulsó las reivindicaciones de los pueblos originarios desde y más allá del EZLN. La ficción de la derecha es cruenta porque intenta crear la imagen de que Hugo Aguilar iniciará una era que amparará a la guerrilla indígena; ficción escalofriante, pero que en la mente de los que no se instruyen ya ha causado un colapso de encono social.
Los indígenas en México son y han sido extranjeros en su propia patria.
La presidenta Claudia Sheinbaum es la primera gobernante en décadas que ha tratado de reivindicar a los pueblos originarios, iniciando con el despliegue de programas sociales reales y con las pensiones a las mujeres indígenas. Estas acciones del humanismo mexicano tienen encolerizadas a las fuerzas de la derecha que, en su narrativa política, intentan presagiar el ascenso de la guerrilla indígena, como lo han hecho con las intrigas de que la izquierda convertirá a México en Venezuela.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.