Hidalgo, al igual que el resto de los estados del país, cuenta con un nutrido contingente de migrantes asentados en Estados Unidos y, otros muchos, que se encuentran en tránsito en una cadena histórica de búsqueda de oportunidades económicas y sociales en el vecino país del norte.
Mis únicos y queridos lectores, no ha bastado con la puesta en marcha del Plan México y el Plan Hidalgo para contener el frenesí de la beligerancia del gobierno de Donald Trump sobre México. La última gota amarga lo implica la aprobación del proyecto fiscal de la administración Trump, que ejercerá un gravamen del 3.5% sobre las remesas que envían los migrantes hacia México.
Esta gran cabronada de la administración Trump deja el sinsabor de la cadena de persecución a la migración ilegal, que se ha convertido en el dividendo político del gobierno de Washington para ganar adeptos dentro del sector conservador y, más allá de él, de la población norteamericana. No obstante, pese a que la persecución de la migración ilegal ha causado daños a la economía de Estados Unidos, el discurso de odio surte los efectos necesarios para ponerle la venda en los ojos a los ya miopes gringos de pacotilla.
De poco sirvieron las negociaciones de los personeros mexicanos del servicio diplomático para frenar el gravamen a las remesas y, nuevamente, les metieron el dedo en la boca con la promesa que esto no se llevaría a cabo.
El costo social que esconde el gravamen del 3.5% a las remesas para los migrantes mexicanos y no mexicanos es inenarrable, ya que el dinero que ganan lo devengan con un esfuerzo y amargura que anuda la garganta y los cojones, situación que visualiza que ante un gobierno fascista poco se puede hacer cuando no existen voces que se organicen para detener sus tropelías.
México debe darle la patada en el trasero al gobierno de Trump como ya lo han hecho otras economías en América Latina como los BRICS para abrir nuevos mercados e, inclusive, trazar con China y Rusia acuerdos comerciales con mayores ventajas de las que hasta ahora ha creado el T-MEC.
La reciprocidad comercial no es tal entre Estados Unidos y México. El panorama de vivir bajo la “ley del garrote”, que cuando quiere el gobierno de Washington golpea al gobierno de México como si se tratara de una pelea de barrio, ya no es opción para seguir tragándose las injusticias, veleidades y argucias económicas, políticas y sociales del vecino incómodo de la frontera norte.
He señalado, mis únicos y queridos lectores, que si bien es cierto el Plan México y el Plan Hidalgo fortalecen el mercado interno, las vías autárquicas no duran para siempre, por lo que es necesario crear instrumentos financieros, acuerdos internacionales y apertura de mercado a economías dispuestas a mayores reciprocidades económicas.
No estamos descubriendo el hilo negro o el agua tibia.
El gobierno de la presidenta Sheinbaum Pardo sabe de sobra que la situación con esta administración de Estados Unidos es insostenible e, inclusive, el modelo económico de Donald Trump es insostenible y al igual como le pasó al Titanic, se hundirá.
El trazo de la recomposición financiera de México se encuentra en la apertura de mercados. No es tiempo de tener contemplaciones hacia la “ley del garrote”, por lo que nuevos aliados comerciales no sólo son viables, sino el antídoto a las patanerías del gobierno de las barras y las estrellas que se cree dueño del mundo.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.