Una estela positiva tiene el papa Francisco, a quien caracterizan la austeridad y la mesura, cosa que no sólo les gusta a sus fieles sino también a la sociedad en general, dadas las condiciones de miseria que vive la Humanidad.
El mundo que nos tocó vivir es ampliamente desigual, de eso no cabe duda; de más de 7 mil millones de personas, más del 90% vive en condiciones de miseria, hambre y un raquitismo inaudito, mientras que el 10% restante de la población vive en jauja, se come los recursos del planeta y vive en el dispendio absoluto.
En estos días del hoyo negro -no es una alusión sexual sino al oscurantismo humano-, el papa Francisco ha recibido de regalo un automóvil Lamborghini Huracán, el cual aceptó, pero será subastado para sufragar cuatro proyectos humanitarios, cuestión de máxima probidad y cordura que deberían aprender y tomar como muestra de conciencia muchos políticos a nivel mundial.
Este hecho no evita, dicho sea de paso, que el papa Francisco limpie las cuestiones oscuras o turbias de su institución, como la pederastia o los abusos y excesos que caracterizan a una porción de la curia, tema aparte pero que está en este escenario.
Sin embargo, es gratificante que el máximo patriarca de la Iglesia católica, que aún en occidente sigue siendo el credo de mayor peso social, tenga este tipo de conductas y actitudes, porque ello otorga una esperanza de luz a un mundo que lo que menos tiene es eso: luz.
Lo único que falta como cereza del pastel es que los estadistas empiecen a emular este tipo de ejemplos, porque la población mundial está ávida de honestidad y probidad de los notables de la historia; pero no basta con esto: es tiempo de repartir la riqueza entre los que menos tienen, es tiempo de crear un mundo donde el hombre no sea el lobo del hombre, es tiempo de que el prójimo sea uno mismo.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.