El gobierno de Julio Menchaca se encuentra en un punto político de meseta, en el cual los eventos que han puesto en el ojo del huracán a Nueva Alianza, ocasionaron el espaldarazo político del Poder Ejecutivo de Hidalgo, al tiempo que dejaron una lectura analítica en torno a la sucesión gubernamental del 2028 y el final de la luna de miel con el partido turquesa.
Entre las estelas del refrendo a las pesquisas de la Estafa Siniestra y el tercer informe de actividades de la magistrada Rebeca Aladro, el gobernador Julio Menchaca le otorga firmeza al movimiento de ajedrez a las dos fuerzas políticas mayoritarias de Hidalgo: Morena y Nueva Alianza.
La entronización política entre Morena y Nueva Alianza ha rendido frutos para ambas fuerzas políticas que han registrado un ascenso de adhesión de militancia en el mapa geopolítico de Hidalgo. Sin embargo, no hay luna de miel eterna y ahora comienza la reestructuración de esta alianza política que debe madurar para no dejar huellas inconclusas entre la ciudadanía ni cuestionamientos sobre la probidad y entereza de sus miembros.
Antes de que surgieran los cuestionamientos sobre la legalidad de doble plaza en miembros de Nueva Alianza, el despropósito de la fiesta inolvidable del alcalde de Tianguistengo, Febronio Rodríguez, ya había marcado la delicada línea en que emergen los cuestionamientos de la ciudadanía en Hidalgo sobre el uso del poder de la clase política y, además, esta realidad se había sumado a los despropósitos de personeros del gabinete de Claudia Sheinbaum, que se encontraban en una espiral de gastos superfluos y acciones incomprensibles.
En este tránsito, tanto la presidenta Claudia Sheinbaum como el gobernador Julio Menchaca conminaron a la mesura y a la probidad pública, porque la delgada línea entre actos con cariz legal y el dispendio público es una espada de doble filo que no corta en la misma dirección en el panóptico ciudadano, que se encuentra cuestionando cualquier acción anómala del gobierno de izquierda.
A tres años del gobierno de alternancia de Julio Menchaca, se han afirmado los trabajos entre Morena y Nueva Alianza, pero la volatilidad del voto en Hidalgo sigue en el aire y ninguna fuerza política, incluida la izquierda, se encuentra fuera del shock de los desastres y anomias del poder que puede causar, de la noche a la mañana, las acciones que atentan contra la estabilidad gubernamental desde el cuestionamiento de la probidad y la legalidad.
A todas luces, la oposición es una lágrima en Hidalgo, porque su crisis de representatividad ciudadana ha causado tantos estragos en el rechazo al PRIAN que no existe credibilidad en sus acciones y su legitimidad está ausente en la escena política. Aunado a ello, el desastre en la actuación de la derecha en el Congreso local y el flujo aplastante de la mayoría morenista ha sumado una batalla perdida a las fuerzas de la oposición, que se han convertido en comparsa política, condición que ha incidido en la consolidación de Morena y Nueva Alianza.
No se puede descartar el ascenso de Nueva Alianza como segunda fuerza política en Hidalgo pese a ser un partido local. No obstante, nada es inamovible en el escrutinio de la ciudadanía, por lo que en el contexto social no todo está dicho y el escenario apunta a un cierre de filas con Morena que comience el trabajo de forma y fondo de cara a la sucesión transexenal de la gubernatura en 2028.
Nueva Alianza no puede experimentar un shock de anti-resiliencia política frente a los escarceos que presenta en la escena política en Hidalgo, lo que impone una llamada de atención al orden y reestructuración de fuerza endogámicaque no genere contratiempos y que permita que la alianza que encabeza con Morena no propicie nuevos datos de incidencia política fallida.
Julio Menchaca, tras la alianza política con el partido turquesa, no puede erigirse como un mediador eterno ni salvar cada impasse político del partido turquesa.
