Mis recuerdos en el exilio con mis padres no admiten los vaivenes de la inconsistencia de la memoria, por el contrario, hacen de los recuerdos la vívida emoción de las heridas que se llevan de por vida.
Cuando se presentó el golpe de Estado en Chile, con mis padres tuve que abandonar mi país y pasar al exilio, entonces, frente a la diáspora de chilenos en el exilio a nivel mundial. El dictador fascista Augusto Pinochet decidió quitarnos la nacionalidad a todos los chilenos que habíamos pasado al exilio, convirtiéndonos en parias y dejándonos sin derechos y, por lo tanto, en indefensión en torno al derecho internacional.
Como adolescente me pregunté en ese momento: ¿quién puede quitarle la nacionalidad a alguien?, ¿es acaso que alguien puede negar a la madre que lo ha parido? Esta fue una de las heridas más sentidas de mi vida y uno de los motivos centrales que encausó mis pasos para estudiar Ciencias Políticas y, con ello, presentar argumentos científicos frente al ascenso del fascismo chileno.
Hoy la historia se repite en otra latitud, con otro tirano: se trata de Daniel Ortega en Nicaragua, quien les ha “quitado” la nacionalidad a muchos de sus connacionales que se presentan como oposición a una dictadura que a sangre y fuego pretende mantener sus canonjías políticas y sociales.
Daniel Ortega es quien tendría que ser el paria, porque cuando se utiliza el crimen y la opresión para detentar el poder no existen argumentos que validen el asesinato de Estado, esto es claro y debe quedar claro.
Neruda advirtió que a los criminales no les gusta su propio rostro, esto es verdad, por ello tienen que actuar con la maldad y la ferocidad del carnicero, para garantizar que nadie a su alrededor se atreva a censurar sus crímenes.
Frente a la impotencia que le causa a Daniel Ortega que muchos de los nicaragüenses hayan pasado al exilio y no los pueda reprimir o asesinar, en un acto despótico del poder les ha quitado la nacionalidad, igual como hizo Pinochet con los chilenos que pasamos al exilio para preservar nuestras vidas.
Qué perros se ven los dictadores que en la oscuridad del poder pretenden negar la vida…
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
