La extinción del dinosaurio tricolor

La importancia de los comicios del 2 de junio no sólo viene dada por la cantidad de ciudadanos que podrán votar, ni por el número de cargos a elegir, sino porque se redefinirá el sistema político, se tendrá que decidir entre el antiguo régimen y el movimiento encabezado por López Obrador.

La cita es el 2 de junio, es la jornada electoral más grande de la historia nacional con un padrón de 98.3 millones de ciudadanos que podrán sufragar en los comicios concurrentes.

Sin embargo, este proceso electoral calificado por el número de encargos públicos en juego como el más grande de la historia de México”, no es en realidad el más grande por la magnitud numérica, sino porque se redefine el sistema político entre el pragmatismo del control político-social del antiguo régimen y la consolidación del poder del movimiento encabezado por el presidente López Obrador.

Hidalgo es, sin duda, el rostro y radiografía política que durante nueve décadas el PRI ejerció un dominio político avasallador que, lo mismo operaba desde el caciquismo regional, que en la ignorancia y despolitización política en uno de los estados con mayor desigualdad y pobreza social; entonces, la hegemonía priista invadía todas las lógicas sociales, inclusive para conseguir empleo o cabida en la universidad.

Particularmente la clase política hidalguense escaló y se posicionó dentro del PRI Nacional con fuerza inusitada. Figuras políticas como Jorge Rojo Lugo, Guillermo Rossel, Jesús Murillo Karam, Miguel Osorio y, desde luego, en un trazo inédito de una mujer hidalguense, Carolina Viggiano; quienes marcaron toda una época bajo las liturgias del poder, pasando de el que se mueve, no sale en la foto”, hasta el que no se mueve, no sale en la foto”.

A contracorriente, el dinosaurio tricolor daba pasos anquilosados; mientras la política nacional daba vuelcos generacionales, donde la represión política había dejado heridas históricas como Tlatelolco en 1968 o, bien, Ayotzinapa y la infausta desaparición de sus 43 estudiantes, e Hidalgo, en la marginación de sus pueblos originarios. Así, de las cenizas de la corrupción del sistema político emergía el poder de López Obrador, político tabasqueño, con capital político propio que generó el cisma de lo que él denominó “la mafia del poder”.

Hidalgo focalizó la atención de AMLO siendo presidente, porque, sin duda, al igual que el Estado de México, era ejemplo de la casta política de la vieja guardia y sistema neurálgico de la centralidad política en México. Esta condición no pasó desapercibida por el tabasqueño que inició el proceso de alternancia en un diálogo de pacto político” con el entonces gobernador Omar Fayad.

Los días del dinosaurio tricolor estaban contados en Hidalgo.

AMLO, como expriista, apreció las entrañas del dinosaurio, conoce a plenitud sus lógicas y su pragmatismo político que, en Hidalgo, debía sucumbir frente a las grandes desigualdades sociales que generó, creando una casta política que, a todas luces, le resulta odiosa a la ciudadanía.

Biológicamente sabemos que los dinosaurios no se extinguieron, sino que se transformaron; lo mismo ha sucedido con el PRI Hidalgo, que sufre la defección y migración de sus miembros a grupos políticos y otros partidos del espectro del sistema político.

No obstante, a diferencia de las especies de dinosaurios que se transformaron, mimetizaron y aprendieron a vivir, el PRI Hidalgo no ha aprendido nada, perdió la brújula de su pragmatismo y de la operación política no se modernizó ni adquirió una nueva retórica política frente a los cambios generacionales de la nación.

En esta atmósfera, las pulgas se le han cargado al viejo dinosaurio tricolor de Hidalgo. Ya no es botín político apetecible, salvo para la casta que aún se regocija de su registro político y de los negocios en paralelo que puede generar y, lamentablemente, sus militantes de hueso tricolor, que no luchan por el hueso político y que aún se sienten identificados con los nobles ideales de la revolución institucional”, han sido carne de cañón en una elección más que presagia la extinción del dinosaurio tricolor hidalguense.


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