La microfísica del poder político en la estructura de gobierno en México tiene su génesis en el municipio. Los ayuntamientos en Hidalgo fueron el punto nodal de la operación política del bastión priista en el antiguo régimen, cuando las estructuras de cooptación y clientelares se realizaban en dos dimensiones: caciquismo y sistema de prebendas.
La revocación de 128 delegados del TEPJF a la alcaldía de Pachuca y los festejos del PRI Hidalgo por este revés político son la radiografía del poder del ayuntamiento como estructura de operación política.
Los comicios del 2 de junio próximo se realizarán en una atmósfera de creciente transformación política por conducto de Andrés Manuel López Obrador, quien ha cimbrado el sistema político y democrático de México, al grado que la oposición no ha podido revertir reformas sustantivas en el sistema de pensiones, programas sociales, e inclusive en reformas estructurales, pese a constituir en San Lázaro un grupo reactivo de obstrucción política.
Y es que Morena centra su estrategia de operación política en el control de los municipios y no sólo del Congreso de la Unión, pues las grandes batallas se dan en ese nivel de proximidad política.
Recordemos que Hidalgo vivió bajo la lógica de control político del ayuntamiento en el antiguo régimen. El caciquismo político de la vieja guardia se basaba en el dominio personal del poder y de grupos acotados de influencia regional que apuntalaban la operación política del cabildo. Se establecía interlocución y mediación de “hombres fuertes”, los cuales allanaban el camino del PRI en su reproducción política a través del juego de prebendas o recompensas al cabildo.
Este juego se afianzaba en la pirámide clientelar: las células partidistas del PRI hacían una labor de cooptación, ya fuera por el goteo regional de dádivas, o bien por el uso de violencia o terror social físico y exclusión social, lo cual provocó pobreza y marginación social que fueron utilizadas como herramientas de control político.
Este trabajo de operación política del antiguo régimen se fracturó cuando los caciques y el sistema de prebendas al cabildo comenzaron a disminuir por corrupción de intermediarios y quedaron sin refuerzos desde la centralidad de la cúpula del PRI, que creyó que se ganaba con la camiseta y el reparto de gorras, marginando a su estructura operativa.
Pero Morena invirtió los papeles de operación política en Hidalgo en la campaña de Julio Menchaca. La operación política trazó un programa de contención de la pobreza y la marginación social desde el proyecto de transformación de López Obrador. Cortó los vasos comunicantes del antiguo régimen en el cacicazgo político y el sistema de prebendas en los ayuntamientos, los cuales quedaron bajo la mira de la procuración de justicia que en un inicio encabezó Santiago Nieto y ahora lo hace Francisco Fernández Hasbun.
Las rutas de transformación del gobernador Julio Menchaca fueron la cereza del pastel. La operación política prosiguió en la redistribución de oportunidades a través de la obra pública y programas asistenciales, creando un impacto de absorción político-social, una identidad de adhesión ciudadana, no a un partido, sino al gobierno como un todo de solución pública.
¿Cómo operará políticamente Morena Hidalgo en 2024? Trazará en la microfísica política ciudadana del ayuntamiento la proximidad pública y de poder de Estado que el PRI marginó desde el caciquismo y el sistema de prebendas al cabildo, desterrando el clientelismo y engrosando el asistencialismo de transformación social como activo de conciencia nacional.
