Hace unas semanas se suscitaron algunos hechos de tránsito que en el menor de los casos los conductores terminaron a golpes y en otro terminó en un trágico homicidio en la glorieta 24 horas. Los medios y la opinión pública condenaron los violentos hechos y se llegó a la conclusión de que la sociedad cada vez es más intolerante, es intemperante a la frustración y es el ejemplo vivo de la transformación global de la sociedad. Desventura total.
Este hecho viene a colación por lo sucedido la semana pasada, en donde el diputado local priista, Marco Antonio Mendoza, y el titular de la Unidad de Planeación y Prospectiva, Miguel Ángel Tello, fueron protagonistas de una discusión barriobajera en las redes sociales.
Tello, desde su posición de poder, a manera de burla, disfrazada de felicitación hacia el alcalde de Pachuca, publicó una nota de un medio local, en la que se leía que la sede del PRI estatal había sido embargada y con el post: “Devolviéndole al pueblo lo robado. Muy bien por Jorge Reyes y el Ayuntamiento de Pachuca”.
Mendoza se sintió herido, lastimado o agredido y de inmediato envió un mensaje explícito dirigido a Miguel Tello en el que calificó de inadmisible lo que hizo, lo llamó payaso y además de manera amenazante expuso: “Pero si este funcionario quiere hablar de devolver al pueblo lo robado, con mucho gusto nos vemos en las comparecencias ante el Congreso del Estado”.
Penosamente en eso se ha reducido la política con estas nuevas generaciones, jóvenes más deseosos del like y views en las redes sociales que en la construcción de políticas públicas o trabajo político de altura. Eso es de la vieja escuela. Lo que ahora les interesa es el aplauso fácil, el reconocimiento porque si no, no sienten nada, se sienten vacíos, inexistentes.
De ambos personajes se pueden revisar sus post en redes sociales y se salen por completo de un esquema normal para dar paso al narcisismo al querer buscar reflectores, que se vean como gente de trabajo, de resultados, aunque en nada tenga que ver con la construcción de un mejor estado.
En el caso del diputado local y presidente del PRI, en sus redes sociales publica cada pequeño detalle, desde que come barbacoa, que es columnista de un medio nacional, que monta a caballo, que escribe libro tras libro, que es alérgico al pelo del gato, que acude a las librerías, que según él es locutor, promueve su libro Maximiliano y Carlota, sostiene reunión con embajadores, con representantes de países africanos, y una larga lista de cosas de las cuales francamente ninguna beneficia a Hidalgo. Al margen de lo que haga o deshaga en su partido, al menos como diputado local que es en donde se le paga con recursos públicos no hay una sola cosa sustanciosa que en realidad contribuya al bienestar de la entidad.
Es ostentoso, basta con revisar la camioneta con la que llega al Congreso local, se habla de varias propiedades que dejan en entre dicho que le alcance con su sueldo. Es más, se recuerda a la senadora Carolina Viggiano en una entrevista cuando dijo que la nobleza y buen corazón de Marco Mendoza lo han llevado a tomar la decisión de no cobrar un solo peso en el partido. Entonces ¿de qué vive? ¿Cómo le hace para que le alcance con un sueldo de un simple diputado local?
De Miguel Tello también hemos conocido que le gusta mover hilos, que tiene la pinta de todo menos de integrante de la 4T, se le recuerda muy cercano a Jorge Márquez desde joven en asuntos políticos, siempre ha existido la cercanía familiar con los liderazgos priistas, le gusta jugar al youtuber, al creador de contenidos, e incluso se le atribuye como el patrocinador de una página de Facebook que sale en su defensa cada vez que se mete en aprietos.
No hay mucha diferencia, es joven, inexperto. Ojalá pudiera aprovechar la oportunidad de formar parte de la plana mayor de un gobierno para foguearse y, sobre todo, para madurar políticamente, porque si no corrige a tiempo, terminará siendo un político de ocurrencias.
Al inicio de este texto referimos sobre la intolerancia, el pleito y hasta la tragedia ocurrida entre algunos conductores o cafres del volante que fueron la comidilla de la sociedad hidalguense y más allá de sus fronteras. Pues así es como quedaron estos jovencitos políticos, al liarse cibernéticamente en sus redes sociales, como dos cafres políticos, a quienes les falta altura, valor y seriedad en lo que ambos representan.
