Después de un infausto mes donde la coyuntura climatológica del huracán Priscilla en Hidalgo, donde la presidenta Claudia Sheinbaum ha reconocido que la magnitud de la tragedia es la catástrofe más grande en la historia del estado, sus estragos han dejado un saldo de miles de damnificados en el país y la respuesta del gobierno federal hacia el pueblo de Hidalgo se intensifica en la ayuda solidaria del gobierno de Julio Menchaca, que ha trazado un efecto de respeto e integridad social. En este escenario se multiplican las tareas de reconstrucción en diferentes latitudes y se han intensificado los recorridos y visorias de la actual administración.
Desde el puente aéreo establecido entre el gobierno federal y el de Hidalgo, la cooperación y ayuda a los damnificados se ha intensificado y ha resultado operativa dentro de los esquemas de asistencia gubernamental y el acopio de suministros que la ciudadanía, solidariamente, en todo el país, ha enviado a las zonas de desastre y tragedia social.
El puente aéreo ha permitido en la entidad rescatar a más de 400 personas que se encontraban en condiciones de alerta social y que han podido ser ubicadas lo mismo en centros hospitalarios que en centros de asistencia donde, en Hidalgo, la coordinación de las estructuras gubernamentales y el apoyo incansable del DIF han permitido generar paulatinamente un escenario de reinserción social y establecer la prospectiva en tiempo y espacio para restablecer las condiciones sociales, de infraestructura y plena gobernabilidad.
Dantesco en este dramático escenario, resulta que 16 de las 28 localidades afectadas en Hidalgo no contaban con Atlas de Riesgo, lo cual presupone una llamada de atención al gobierno estatal y a los municipios para dar el salto cualitativo en materia de protección civil y, de una vez por todas, intensificar las formas de resguardo ciudadano, que también debe generar una cultura del desastre que permita a la ciudadanía ser asistida, conocer cómo debe actuar y planificar respuesta en prospectiva para evitar este tipo de conmoción social.
Aprender de esta tragedia social debe ser prioritario dentro de la actual administración para dejar un legado de prevención estructural administrativa que impida en cualquier momento que la asistencia gubernamental se vea rebasada. Es indiscutible que la naturaleza impone sus lógicas, pero el ir documentando y actuando en torno a la perfección de los protocolos de protección civil y de la estricta coordinación institucional podrá incidir en que sean cada vez menos las y los ciudadanos que se vean afectados, salvando vidas.
Hidalgo ha vivido una de las peores tragedias sociales de las que la data dura da cuenta. Que no se nos olvide Tianguistengo ni las comunidades y regiones que enlutaron nuestra tierra.
Es menester que la administración del gobernador Julio Menchaca registre los elementos que deben ser atendidos en Hidalgo y no permitir que los ayuntamientos no presenten ni Atlas de Riesgo ni protocolos para actuar en el caso de estas emergencias que enlutan a la ciudadanía, y develan que una administración pública que no está preparada es, a todas luces, vulnerable ante las coyunturas climatológicas.
Amarga lección nos ha dejado el desastre climatológico del mes de octubre del 2025.
Si algo debe caracterizar a toda administración pública es su trabajo en prospectiva en diferentes áreas de la realidad y asistencia social. No es admisible que esta dramática lección que hemos vivido se repita en Hidalgo.
Se agradece la solidaridad tanto del gobierno federal como la que ha presentado el gobierno de Julio Menchaca, pero no se requeriría, en gran medida de estas muestras de dignidad humana si la administración pública, en todo momento, preservara en su gestión los elementos que dignifican a la ciudadanía.
¡Aprendamos la lección!








