Hay una especie de miedo en la nueva oposición en México: sobre todo a los cambios y a perder los privilegios; estos miedos seguramente ahora se profundizarán con la desaparición de los delegados de las dependencias federales y el nombramiento de un coordinador por cada uno de los estados, así como la transformación de la Ley de Coordinación Fiscal entre los Estados y la Federación, reforzando así el control sobre el usos de las participaciones federales y obligando a los gobernadores a esforzarse por mejorar su desempeño económico, particularmente la recaudación local y reducir la dependencia de las participaciones en sus presupuestos.
Para lograr impulsar sus propuestas, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tiene la mayoría en el Congreso. El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) tendrá como aliados s 307 de los 500 legisladores de la Cámara de Diputados y 69 de los 128 escaños del Senado. Con esa mayoría iniciarán las verdaderas transformaciones de México, un país que ha tenido que esperar 25 años para volver a reorientar sus políticas públicas y sus instituciones, luego de años de ser sólo administrado bajo el terror de realizar cambios y modificar su política económica.
Pero si bien los medios recogen prioritariamente los anuncios sobre la forma en que el nuevo mandatario instrumentará sus compromisos de campaña, los partidos que han gobernado desde siempre el país parecen no reaccionar ante su fracaso. La recomposición política del PRI, el PAN y el PRD parece irse fraguando muy lentamente, hundidos en la discordia entre sus filas y la desbandada que han provocado las decisiones de sus dirigentes al elegir sus candidatos y sus afinidades, por lo que todo indica que la oposición en el Congreso será muy débil.
Si tenemos que hablar de un perdedor en estas elecciones, deberíamos hablar sobre el PRI. El partido que ha gobernado durante años los destinos de México ha sufrido el peor de los reverses en toda su historia: después de tener 241 escaños en la Cámara de Diputados ahora sólo tendrá 62 y en el Senado ha pasado de 61 escaños a 21. Abandonar sus orígenes y el nacionalismo revolucionario que lo mantenía unido al pueblo, haciendo de esta organización política un verdadero partido de masas, le ha pasado factura; ahora, por primera vez desde 1994, MORENA y sus aliados tendrán mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso.
El PAN también requiere un rediseño después de las elecciones fallidas. La segunda fuerza política del país, el PAN y sus compañeros, PRD y Movimiento Ciudadano, sólo obtuvieron 131 escaños en la Cámara de diputados y 38 escaños en el Senado; por lo que cada partido deberá hacer un análisis de su situación interna de cara a las elecciones de 2021 (que no están muy lejos), de acuerdo al trabajo de reingeniería que deberán hacer.
Este es un momento de río revuelto; sin embargo, muchos de los militantes de los partidos parecen estar más preocupados por cómo sobrevivirán a las reformas del presidente electo, valorando su posible mutación para permanecer en el poder dentro de la administración pública y continuar escalando, que por reconstruir a sus partidos, pensando probablemente que difícilmente ganarán elecciones como en antaño.

Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.