PRI: el peor enemigo de Meade

Las próximas votaciones para elegir al Presidente de la República han despertado centenares de opiniones, aunque existe un ánimo bastante favorable para Andrés Manuel López Obrador, que se observa como el virtual ganador hasta el momento.

Muchos de los comentarios se centran en qué tendría que hacer el PRI para ganar a lo que la cultura popular responde: fraude; tendrán que volver a tirar el sistema y es en el tenor del realismo mágico mexicano que el fraude electoral no causa mayor extrañeza y se habla de él como una figura más, sólo que en esta ocasión se ha dicho en innumerables mesas: “Al PRI ni con el fraude le alcanzará”.

Esto se debe a que el PRI no tiene como competidor solamente al endiosado Andrés Manuel López Obrador -que haga lo que haga o diga lo que diga, la población sigue viendo como la única opción congruente en las boletas-, sino también al joven y empoderado Ricardo Anaya Cortés, que sabe perfectamente lo que vale en este escenario, no por nada logró hacerse de la candidatura a través de estrategias que hicieron a muchos situarlo como el Maquiavelo contemporáneo.

Los tricolores, pese a contar con la estructura gubernamental, se ven en el grave problema de tener un inquilino de Los Pinos con bajísimos niveles de aceptación ciudadana, un sexenio señalado por la corrupción, exgobernadores que dejaron tanta indignación como votos de castigo (y los exgobernadores a los que aún no se les inician formales procesos legales) y una caída colosal del famoso voto duro priista.

Se podría decir que con este negativo escenario se hicieron pruebas de laboratorio en las elecciones de gobernadores de Coahuila y el Estado de México, en el primero a través de un fraude electoral sin lugar a dudas y en el segundo un despliegue de la vieja estrategia priista de clientelismo electoral, pero ambos casos dejaron como consecuencia en la población enojo y hartazgo.

Para colmo de los males priistas ahora se cuenta con las redes sociales como arma de la población para expresar su opinión e informarse oportunamente, es así como tras los desastres naturales del año pasado se probó la capacidad de éstas como herramienta despolitizada, y además la fuerza de un simple hashtag.

2018 viene cargado de hartazgo, y pese a sus grandes estrategas, el PRI no ha podido revertir la imagen de López Obrador y sí empeorar la suya, mientras un astuto y rápido Anaya Cortés se coloca en la segunda posición.

Fue así como no tardaron en generarse los rumores de que un cambio de candidato priista por el coordinador de campaña, Aurelio Nuño, podría levantar un poco el ánimo pero difícilmente les resultaría totalmente favorable, ya que la encomienda de la mayoría de mexicanos y mexicanas es votar en contra de la continuidad de un logo asociado con la corrupción.

En el país se vive un momento decisivo: la segunda caída del PRI haciendo que decenas de personajes se sumen directa o indirectamente a la campaña en contra, como es el caso de Javier Corral en el norte del país.

La encomienda es única en todos estos personajes: la solicitud de voto en contra del PRI; lo que está en juego es la capacidad del tricolor de competir contra dos líderes que cada día se muestran más fuertes.


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