Este jueves en la sala Julio Bracho se estrenará Sinestesia, un singular filme de Rodrigo Ortega Ortuño.
La cinta, que forma parte de la muestra Cineastas Mexicanos Contemporáneos, se detiene en el tema del narcotráfico, pero con el detalle de que aborda el ácido lisérgico. Si acaso en la década de los sesenta recordamos filmes como Un largo viaje hacia la muerte, de José María Fernández Unsaín; El fabuloso mundo de los hippies, de Juan Orol, o la coproducción hollywoodense El terrón de azúcar, de Tito Davison.
Ortega, con estudios cinematográficos en el extranjero, narra la historia de Matina (Luciana González de León), una joven que trabaja como mesera en una cafetería. Varios de sus clientes le preguntan por su antecesora y gracias a su colega Jonás (Roberto Mares) se entera de que la chica traficaba ácidos. Ambos deciden heredar el negocio, para lo cual contactan al Oruga (Enrique Cano), quien los ilustra sobre la mercancía, a la que llama “ajos” y les advierte sobre los peligros de competidores o de la policía. Matina comienza a cambiar tras su primer viaje y trata de explicar las sensaciones experimentadas.
El mayor mérito del guionista de La vida es una lucha y Last minute in BCN, es que nunca toma una postura moralista, pero tampoco hace una apología de los alucinógenos, y aprovecha al máximo a un grupo de actores poco conocidos.
Así pues, Sinestesia es una interesante visión del mundo de los alucinógenos, que son poco conocidos pese al auge mundial de las drogas.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
