Si Dios fuera migrante

La migración es un problema multifactorial para el que no hay una ruta de acción responsable y de cooperación internacional y sus estragos están a la vista.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Infame la indiferencia de las autoridades en un país donde los migrantes son secuestrados, prostituidos, torturados y asesinados, mientras la Organización de las Naciones Unidas se cansa de hacer recomendaciones que han resultado poco menos que letra muerta ante el poderío del crimen organizado y la ineptitud del Estado.

De sobra entendemos que el problema de la migración, sea cual fuere su origen (económico, político, religioso o cultural), no puede ser atendido en la escisión internacional de la responsabilidad de los países y sus gobiernos; es un problema multifactorial que ha sido sobrellevado, pero para el que no hay una ruta de acción responsable y de cooperación internacional y sus estragos están a la vista.

En este quebranto de los derechos humanos, los migrantes en México atraviesan por un momento donde la definición del Estado hacia una verdadera política de preservación de la vida humana parece estar ausente de toda discusión política, e inclusive, paradójicamente, del debate educativo en las universidades, cuestión que denota el alcance de esta inopia sociocultural.

Lo que nos deja perplejos es el hecho de que, pese a que existe una clara crisis migratoria en México, se le atiende como si fueran tiempos de bonanza y se han desviado los reflectores hacia otros temas, de modo que todo lo que les suceda a los migrantes se plantea como una realidad distante y efímera que compete a los espacios de frontera.

Es evidente que si Dios fuera migrante ya habría sido crucificado, prostituido, violado, torturado y asesinado, al fin y al cabo, sería un migrante más tras la estela de podredumbre gubernamental a nivel internacional que ha cubierto esta realidad con las atrocidades de la corrupción, la indolencia política y el atropello de Estado.

Si Dios fuera migrante lloraría lágrimas de sangre, mientras las autoridades de migración y la delincuencia organizada se encargarían de continuar con el viacrucis que no supone ni una semana de santidad, sino la eternidad del inframundo.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.