Simey Olvera ha protagonizado un debate al Senado con Carolina Viggiano, en el cual la interpelación política no marcó los requerimientos de forma y fondo que exigieran de la candidata oriunda de Tepehuacán de Guerrero las premisas centrales de sus propuestas, sino los vínculos históricos con el antiguo régimen que ya no marcan el eterno retorno de las huestes priistas en el control político de Hidalgo.
Simey Olvera hizo de la interpelación política la arenga de las heridas abiertas que en Hidalgo dejó el bastión priista. Fue un ataque frontal, quirúrgico, que, sin ser inédito, aterrizó la lógica de Claudia Sheinbaum en el segundo debate presidencial, focalizando el ataque hacia la corrupción de las y los personeros del antiguo régimen, que, por cierto, se precipitó en la serie de hechos que mantiene fresca la Estafa Siniestra en la memoria colectiva en Hidalgo, donde la vieja política hace agua.
En esta atmósfera, Simey Olvera atacó sobre los vacíos de probidad y poder de Carolina Viggiano, los cuales no tienen defensa en un esquema creciente que el gobierno de López Obrador se encargó de ponderar en cada mañanera, acto político o gira presidencial. Por lo que para la memoria colectiva, no sólo de Hidalgo sino de la nación, la corrupción del antiguo régimen -en la elección presidencial pasada y en esta- marca una epopeya de reivindicación de la ciudadanía en la estela de una política “limpia”, cuestión que ha dejado sin argumentos a la clase política del antiguo régimen.
En este trazo, Carolina Viggiano había perdido el debate antes de entrar en él.
Simey Olvera no tenía que guiar sus cuestionamientos hacia las propuestas de Viggiano Austria, bastaba con crear una arenga política que refrescara una y otra vez la memoria colectiva del auditorio, y lo logró. El impacto se viralizó en las redes sociales y en los medios informativos que, de inmediato, la dieron por ganadora del debate, sin mayores cuestionamientos, inclusive, sin realizar un análisis crítico de las propuestas de la candidata guinda al Senado.
Si se revisa la postura de Simey Olvera después del debate encontramos a una candidata empoderada que ha dejado atrás la competencia política y, al igual que Claudia Sheinbaum, se encuentra a la espera del “trámite político” del 2 de junio. La batalla está ganada, ahora hay que asegurar el triunfo político desde las lógicas del Plan C.
La decadencia de los partidos del antiguo régimen en Hidalgo deja como lección histórica que el poder se obtiene por conquista y se pierde por insurgencia.
Simey Olvera es heredera de las inercias del capital político del nuevo régimen que construyó López Obrador bajo los cimientos del antiguo régimen. López Obrador utilizó las entrañas del antiguo régimen para hacer del entramado institucional, la estructura que ha cambiado el sistema político que sustituyó al pragmatismo político de la vetusta clase política por la retórica de la probidad y la honestidad, creando una reacción político-social de tal magnitud que López Obrador para los grupos vulnerados y vulnerables de la sociedad, incluidos los sectores medios, se convirtió en el Rey Midas de las pensiones, los programas sociales, las becas a los jóvenes y el eje moral del sistema político.
Simey Olvera no requiere ya de interpelación política hacia los partidos y personeros del antiguo régimen, su retórica se debe enfocar al Plan C de Claudia Sheinbaum.
