La delicada realidad por la que atraviesa la nación en un momento de transición política exige que los interlocutores de la información actúen de manera inteligente y crítica, comprometidos con el cambio social, para que la veracidad informativa sea la constante que ilustre a la sociedad, no para crear mascaradas y engaños, ni complicidades de juegos de intereses que lastiman a la ciudadanía.