Es evidente que no podemos, como tejido social, detener los cambios científico-técnico con rostro de apetito de consumo de mercado, pero sí podemos enfrentarlos con integración emocional asistida que propicie un nuevo diálogo social afectivo desde nuestros hogares y evite que anomias dolorosas como el aborto y la maternidad en adolescentes creen esa grieta de vida que ningún ser humano merece.