TLCAN, en la cuerda floja

El revuelo por las cartas intercambiadas entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dado para un sinfín de notas en los medios. Sin embargo, lo relevante es que Trump desea presionar a México y a Canadá para concluir la renegociación del Tratado tal como él y sus asesores lo han diseñado, es decir, eliminando el arbitraje en las controversias comerciales, subiendo el porcentaje en las reglas de origen de automóviles y poniendo fin al Tratado cada 5 años, entre otras condiciones.

El desenlace final de la renegociación del Tratado no será responsabilidad del nuevo gobierno electo en México. Para la oposición al gobierno del presidente electo, que buscará ponerle piedras en el camino y cuestionar su mandato, lo que suceda con las negociaciones será culpa del nuevo gobierno, sin duda. Sin embargo, desde hace meses todos sabemos que Trump ha decidido su suerte y que la sobrevivencia del TLCAN no depende de la voluntad de Canadá ni de México, ambos países han hecho un frente común para evitar que el presidente estadounidense termine con el Tratado y han refrendado su voluntad de cooperar, de trabajar conjuntamente para lograrlo.

Las intenciones del presidente  estadounidense quedan claras en la carta enviada a Andrés Manuel López Obrador, cuando señala que “nuestras dos naciones se benefician de una América del Norte económicamente próspera. Después de un año de nuestras reformas económicas, la economía de Estados Unidos nunca ha sido tan fuerte. Esta renovación económica ha beneficiado tanto a los ciudadanos de Estados Unidos como de México. Pero podemos hacerlo aún mejor. Considero que una renegociación exitosa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte nos guiará a aún más empleos y mejor pagados para los empleados mexicanos y estadounidenses que tan duro trabajan, pero sólo si lo podemos hacer rápido, pues de otra manera tendré que elegir un camino muy distinto al presente. Lo anterior no es de mi preferencia, pero sería mucho más redituable para los Estados Unidos y sus contribuyentes".

Los compromisos de Trump con sus electores implican terminar con el TLCAN y construir su muro fronterizo. Si el presidente quiere relegirse y tener un segundo mandato, deberá cumplir todos sus compromisos de campaña, es por esa razón que durante estos meses ha ido acorralando a los negociadores de México y Canadá con sus propuestas, obstruyendo el poder llegar a un acuerdo, porque su verdadera intención la ha manifestado abiertamente en los últimos meses en diferentes foros.

Trump pretende acabar con el TLCAN y negociar dos tratados comerciales bilaterales con México y con Canadá. Por lo que, si de la próxima continuación de las negociaciones se puede dibujar un TLCAN light que permita a México seguir exportando al menos el 50 o 60% del total de sus exportaciones y no el 80% como lo hace hoy, será un triunfo frente al interés del gobierno estadounidense de cerrar sus mercados a los productos y servicios mexicanos, de encerrar a su país detrás de un muro fronterizo y barreras arancelarias infranqueables.

Quizá este debería de ser el objetivo del nuevo gobierno de México: evitar que el 80% del total de las exportaciones mexicanas, que hoy tienen como destino los mercados de Estados Unidos, se queden varadas en la frontera norte del país. Lograr que los productores nacionales y los consumidores mexicanos no se vean afectados por una guerra comercial entre los dos países, la cual pueda poner en riesgo de desaparecer a millones de puestos de trabajo y reducir los ingresos de los hogares; además de afectar la entrada de maquinaria y equipo de ese país, de insumos y productos estadounidenses, debe ser un objetivo que oriente a los negociadores mexicanos, pero sabiendo que la suerte del TLCAN la tiene Trump en sus manos.

Las cartas intercambiadas entre Trump y el presidente electo de México han dejado al menos clara, por ambas partes, la intención de seguir negociando el TLCAN y llegar a acuerdos que beneficien a los dos países. Menos posibilidades de producir y exportar hacia Estados Unidos, producto del fin del tratado y la imposición de barreras arancelarias al comercio significaría más desempleo en México e inmigración ilegal mexicana para Estados Unidos, por eso López Obrador en su carta ha señalado: “En materia de comercio, me parece que vale la pena hacer un esfuerzo por concluir la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Pienso que el prolongar la incertidumbre puede frenar inversiones a mediano y largo plazo", de lo contrario, dice, se pondría en riesgo el proyecto económico del nuevo gobierno, con consecuencias para los vecinos del norte.

Lo que debemos tener claro los mexicanos ahora es que el éxito o el fracaso de las negociaciones del TLCAN no dependen de Canadá, ni del actual o del nuevo gobierno en México, sino de la voluntad del presidente Trump, quien pretende imponer sus condiciones para que el Tratado pueda continuar vigente. Sin embargo, esta situación abre las puertas para redefinir la estrategia de comercio internacional de México y reducir la dependencia de los mercados estadounidenses, buscando una mayor independencia política y económica de Estados Unidos y una relación de iguales.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.






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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.