Vestigios de mil años, el basamento piramidal hallado en obras de la Pachuca-Huejutla

Especialistas del INAH rescatan un basamento piramidal de alrededor de mil años de antigüedad durante las obras de ampliación de la carretera Pachuca-Huejutla.

Un hallazgo extraordinario en la Sierra Alta de Hidalgo ha sacado a la luz vestigios que podrían tener su origen desde hace más de mil años. Durante las obras de ampliación de la carretera federal Pachuca-Huejutla se descubrió un basamento piramidal perteneciente a un asentamiento prehispánico denominado San Miguel, cercano al pueblo de San Miguel Metzquititlán.

El sitio arqueológico, identificado como Estructura 1, forma parte de un asentamiento cuya antigüedad abarca periodos clave de la historia prehispánica: el Epiclásico (650-950 d.C.) y el Posclásico Tardío (1350-1519 d.C.). Este asentamiento, compuesto por cinco sectores y al menos 10 montículos, ofrece pistas sobre el señorío metzca, una civilización que prosperó en la región hasta la llegada de los colonizadores españoles.

Un vistazo al pasado milenario

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su representación en Hidalgo, lideró las labores de rescate arqueológico, documentando el sitio mediante drones y modelos digitales. Se recolectaron 155 muestras, incluyendo piezas cerámicas, malacológicas, líticas, madera carbonizada y restos de pisos antiguos, que serán analizadas en laboratorio para conocer más sobre las prácticas y el entorno de quienes habitaron la región hace siglos.

La ubicación del sitio, en la región de la Barranca de Metztitlán, resulta clave para comprender la ocupación humana en esta área de la Sierra Alta de Hidalgo, que cuenta con registros históricos de asentamientos de hasta 14 mil años. El señorío metzca, de raíces multiétnicas, tuvo un impacto cultural que persistió hasta el siglo XVI, cuando misioneros agustinos iniciaron la construcción de iglesias y conventos en la zona.

Conservación del legado milenario

Para preservar el hallazgo se construyó un muro de mampostería de 43 metros de largo y 11.7 metros de altura, diseñado para proteger el perfil arqueológico expuesto. Antes de ser reenterrada, la estructura fue cubierta con geotextil, asegurando su conservación para futuras investigaciones.

Los resultados preliminares han sido compartidos con comunidades educativas locales, como el Colegio de Bachilleres de Hidalgo y la Universidad Tecnológica de la Sierra Hidalguense, para fomentar el cuidado del patrimonio arqueológico entre los habitantes de la región.


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