Luego de que en el primer torneo los Diablos Rojos consiguieron calificar como sublíderes con 36 victorias por 19 derrotas, solamente para ser eliminados por los Tigres de Quintana Roo, decidieron drásticos cambios. Los cerradores, Jean Machí y Miguel Mejía, fueron dados de baja, lo que no sorprendió a nadie por su fracaso; en cambio, sí lo hizo que también despidieran al receptor Carlos Corporán y se la jugaran solamente con Ricardo Valenzuela.
Apostando por el bateo, trajeron al jardinero Yeison Ascencio, que resultó una agradable sorpresa terminando en el tercer lugar de la liga en bateo, y el utility Luis Jiménez. Pero el cerrador norteamericano Cody Sutterwaite repitió los pasos de sus antecesores.
En plena recta final, en un momento de desesperación, dieron de baja a los cubanos Alexei Ramírez y Henry Urrutia y trajeron al norteamericano Michael Choice y al abridor dominicano Frankie de la Cruz, quienes fracasaron rotundamente.
Con todo, volvieron a terminar como sublíderes sureños con 31 victorias y 24 derrotas, eliminando a los Pericos, pero cayendo ante sus hermanos menores, los Guerreros de Oaxaca.
El norteamericano Patrick Johnson se erigió como su mejor lanzador con 7 victorias por 3 derrotas y 3.80 en carreras limpias, pero llegó sobretrabajado a la etapa final. Luis Alfonso Mendoza, quien llegó con la etiqueta de salvador, resultó la gran decepción al ganar solamente un juego en cada uno de los minitorneos.
En cambio, Carlos de León se convirtió en toda una revelación con 6 ganados y solamente dos descalabros con 3.00 en carreras limpias. Octavio Acosta y David Reyes se fueron a los Panamericanos y a su regreso se fueron al bullpen.
A la ofensiva no hubo problemas: Ascencio terminó bateando .386 con 11 cuadrangulares y 37 producidas y solamente los importados Choice y Jiménez terminaron debajo de la cifra mágica.
El relevista Manny Acosta llegó a apuntalar a un bullpen repleto de novatos como Gonzalo Sañudo, Juan Robles y Natanael Santiago.
El manager Víctor Bojórquez pecó de terco y se convirtió en uno de los manejadores que más reclamaron en la liga, pese a que en muchas ocasiones no tenía la razón. Pero si quieren calificar el año entrante, los Diablos tendrán que reforzar el pitcheo abridor y de relevo.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
