El secuestro de los partidos políticos en México no es un asunto nuevo, pero tampoco una cosa menor. Cuando pensamos en un partido político, lo hacemos desde el crisol de un intelectual orgánico, donde el pueblo y su conducción política no pueden sustraerse de la construcción histórica del porvenir democrático de una nación.
La escisión que presentó el PT en Hidalgo en la pasada elección del 2 de junio de 2024, la cual se intentó maquillar desde un “impasse político”, hasta un “juntos pero no revueltos”, mandó un mensaje claro de que Morena Hidalgo iba a depurar sus fuerzas y que las viejas arenas políticas que había protagonizado el Grupo Universidad, primero tratando de controlar a Movimiento Ciudadano y, posteriormente a Morena, eran el matiz que debía ser extirpado desde el gobierno de alternancia de Julio Menchaca.
La depuración de Morena Hidalgo tuvo un punto de inflexión desde la disputa por la presidencia municipal de Mineral de la Reforma. Osiris Leines, del Grupo Universidad, quedó marginado de la nominación en torno a Eduardo Medécigo, que apuntalaba a los vectores que empezaba a consolidar el gobierno de Julio Menchaca. Dos impactos directos trajeron para el Grupo Universidad la malograda candidatura de Osiris Leines:
I. El gobierno de alternancia de Julio Menchaca había dado el primer golpe en la mesa y perfilaba el control del Congreso. No había pasado inadvertido el zafarrancho político de la resistencia estudiantil de REBEL-ARTE, donde el gobernador Menchaca Salazar había sido marginado de las negociaciones del paro estudiantil.
II. La visita de Claudia Sheinbaum en plena campaña presidencial marcó el efecto de depuración de la centralidad política de la izquierda en Hidalgo y mandó el mensaje de que nadie está por encima de la investidura presidencial, que lo mismo se ha refrendado con el senador Cuauhtémoc Ochoa que con la senadora Andrea Chávez.
Sin embargo, algo probó el Grupo Universidad dentro de la sagacidad política y expansión de su poder al controlar e incrementar su presencia en la microfísica del poder municipalista en Hidalgo ese 2 de junio de 2024. Había expresado que con o sin el apoyo de la izquierda en Hidalgo, sus rendimientos políticos crecientes alteraban la correlación de fuerzas en el esquema expansionista de Morena y eran más que la punta del iceberg en la escena política local.
Los pasos del Grupo Universidad han sido emulados por el Grupo Plural Independiente, precisamente porque es el ejemplo aleccionador de que se puede ser un actor político al margen de un partido, pero que se requiere de un partido para jugar dentro y tras bambalinas en el poder.
Es innegable la fuerza política que históricamente construyó el Grupo Universidad en Hidalgo y que se movilizó al control e infiltración del espectro de la partidocracia local. El PT/Grupo Universidad es la otra cara del poder. Aquel que no proviene de la ideología, sino de la cooptación política, el cual puede -y en los hechos lo es- constituirse como un vector dinámico de penetración política y factor de correlación de fuerzas.
La base orgánica obrera del PT Nacional le dio, dentro de la izquierda en México, una fuerza de lucha política que no ha pasado desapercibida en las lecturas del Grupo Universidad. El PT -a diferencia de lo que ha construido el PRD en un activismo confuso y de primitivismo político, como implicaron las tribus que lo constituyeron- condensa mayor disciplina, cohesión y adhesión política a nivel nacional, por lo que la conservación de su registro y capital político no están en riesgo.
La relación entre Gerardo Fernández Noroña y el PT/Grupo Universidad es otro factor poco explorado en la lectura y análisis político en Hidalgo. El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, condensa un capital político que, inclusive, se ha opuesto a AMLO, pese a que no hubo día -salvo cuando le envió la carta abierta a AMLO, recordándole su lealtad y que la lealtad se corresponde-, que no alabara y se decantara por apoyar al compañero presidente o gran Tlatoani de la izquierda.
El PT/GU es la otra cara del poder en Hidalgo. Aquella que juega y sabe a lo que juega, que no requiere de los grandes discursos ideológicos y que constituye el golpe de timón de la política local.
