Los estragos de los grupos de poder y contubernios políticos se ciernen sobre Zimapán, que, a diferencia de las alusiones de su alcalde Hermilo Trejo sobre que "no existe conflicto alguno”, se retrotraen las imágenes de la toma y bloqueo del Sindicato del Cemento sobre Pachuca.
Las perspectivas políticas de un conflicto de presión económica impuesto por el Sindicato del Cemento sobre la alcaldía que preside Hermilo Trejo enuncian dos trazos de conducta de poder:
I. La monopolización económica del sector minero
La monopolización del sector minero en manos de las presiones de poder amafiado del Sindicato del Cemento trascienden a contubernios con instancias de la partidocracia contraria a Morena, que intentan desestabilizar al gobierno de Julio Menchaca tras bambalinas y en predisposición al control económico de la región.
II. La gestación del polvorín de grupos foráneos
El intento de incursión del Sindicato del Cemento ha pavimentado el paso y control de grupos foráneos a Zimapán, asestando un golpe económico y político no sólo en el sector minero, sino, también, anímico sobre la ciudadanía, que vive en la incertidumbre de un conflicto que se ha convertido en un polvorín.
El trazo de incursión de grupos foráneos de poder en Zimapán devela un proceso de descomposición intestina por el control de las actividades económicas de la minería y, en paralelo, de aquellas que pueden ser intervenidas. No obstante, las presiones sociales se han incrementado, lo que ha sido utilizado por el Sindicato del Cemento, cuyas redes en el Estado de México son y han sido más complejas de lo que a simple vista devela el conflicto de la actividad minera, pone en predisposición a intervenir en las arenas políticas de Hidalgo, lo cual tiene un tinte de juego de intereses que debe ser avizorado.
El bloqueo en Pachuca que causó el gremio sindical del cemento no fue sólo una escaramuza de presión por protección a derechos laborales de sus agremiados en una disputa de “dinámica económica”, fue, a todas luces, un sondeo sobre la capacidad de respuesta del gobierno de Julio Menchaca para afrontar un clima de incertidumbre. Los resultados de ese sondeo se encuentran a la vista, mientras Hermilo Trejo da palos de ciego y no comprende la indefensión pública por la que atraviesa su municipio.
Las presiones del Sindicato del Cemento en Zimapán ya operan en la desestabilización política del municipio y del estado. Esta cuestión no puede ni debe ser pasada por alto y debe mandar un mensaje correctivo desde la impartición y procuración de justicia del Poder Judicial, así como una enérgica postura del gobierno del estado. Permitir que las presiones de los grupos de poder en Zimapán crezcan, implicaría un despropósito gubernamental, cuyo costo político, económico y social sentaría un precedente erróneo.
Los grupos de poder en los que se insertan las lógicas del Sindicato del Cemento muestran que su poder orgánico y de beligerancia, que hace meses dejaron notar y siguen dejando notar en Zimapán, se encuentran ampliamente probados y articulados. Hidalgo no es la única georreferenciación en la que se inserta el Sindicato del Cemento; sus métodos ya han sido probados en el Estado de México, y el repertorio de lobby de presión que han desplegado, tampoco es nuevo.
Limitar el accionar de grupos de poder implica identificar a plenitud sus formas de operación. Este es un papel de avanzada en las investigaciones de los cuerpos de seguridad pública que, en Hidalgo, debe precisar que ya existen pruebas empíricas sobradas, lo mismo en huachicol como narcomenudeo, para entender que la depuración delincuencial atiende a esquemas de investigación, prevención y logística avanzada.
