La disfuncionalidad institucional, mis únicos y queridos lectores, es uno de los problemas centrales del ejercicio de gobierno en la nación. No son pocos los casos en materia de ejercicio público, donde el subejercicio de las estructuras gubernamentales causa estragos a la gobernabilidad.
Las impugnaciones que ha presentado la gestión de la ombudsperson de la Comisión de Derechos Humanos de Hidalgo, Ana Karen Parra Bonilla, se erigen dentro de las lógicas del subejercicio público en Hidalgo y, por ende, de una institucionalidad de elefante blanco.
Se le denomina elefante blanco al subejercicio dentro de la administración pública que incide en el despropósito de su gestión en detrimento de los derechos de la ciudadanía y como una obstrucción democrática de la voluntad popular. En este trazo, no sólo se trata, cuando se habla de elefantes blancos, sobre el hecho de que un edificio está siendo subutilizado o de que la infraestructura pública está siendo subutilizada, sino de que los objetivos y metas públicas no están siendo cumplidas por el ejercicio de gobierno y esto no asume el mandato democrático de la voluntad del pueblo.
La indignación ciudadana que se ha desbordado frente a los estragos climáticos de las inundaciones en la metrópoli capital, Pachuca, y del interior de Hidalgo, se centra, precisamente, en el despropósito de una obra pública y de las acciones gubernamentales que aparecen anquilosadas y de subejercicio público que ha lastimado el bienestar público.
En la manzana de la discordia política y el fuego cruzado, las declaraciones a título de reto público del líder del PRI Hidalgo, Marco Mendoza, sobre que “el gobierno de Julio Menchaca debe investigar el contubernio público en la construcción del puente atirantado en Pachuca, donde hubo corrupción” se erige como una auto impugnación tácita, donde los elefantes blancos inciden en una forma figurada de defraudación ciudadana.
En este entretelón, pese a que la figura de elefante blanco se utiliza en el léxico y semántica de las acciones públicas, cabe plantear que el edificio del PRI Hidalgo, gigantesco en infraestructura pero pequeño en representación ciudadana, se erige como un elefante blanco, pese a que se debe destacar que los partidos políticos son organismos privados de interés público como indica la politóloga Jacqueline Peschard y aunque el edificio del PRI Hidalgo es un ente privado, fue construido con dinero público, porque la mayor parte del financiamiento de los partidos políticos en México es de origen público, por lo que en este elefante blanco, ampliamente subutilizado, se encuentra la radiografía de la tributación ciudadana y la riqueza de la nación.
En este escenario de despropósito público, como advirtió John Stuart Mill, la ingobernabilidad se presenta cuando la demanda ciudadana (input), es insatisfecha por la oferta pública (output), donde la subutilización del ejercicio público se erige como el elefante público en detrimento de la democracia representativa que debe satisfacer los intereses superiores de la nación, donde la ciudadanía y su bienestar es, sin duda, el interés superior de la nación.
La 4T, en las lógicas del gobierno de alternancia de Julio Menchaca, ha dado paso a una batalla de recuperación de infraestructura pública que ha sido generada como elefante blanco y utilizada por intereses particulares con fachada pública, como un edificio que se encontraba en el dominio de la expersonera pública, Jessica Blancas, de la administración de Omar Fayad. Casos y episodios de este tipo, advierten que el escrutinio público sobre las estructuras de gobierno debe ir en la caza de los elefantes blancos que siguen persistiendo.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.