En plena conmemoración a la Virgen de Guadalupe, la oposición en Hidalgo ha ido en peregrinación a la Villita para pedir el milagro de la resurrección.
Mis únicos y queridos lectores, después del descalabro sufrido en el PRI Hidalgo frente a la defección de José Antonio Rojo y de Benjamín Rico, los corrillos políticos no sólo advierten la desbandada de cara al venidero 2026 en el tricolor, sino su relego partidista a expresión satelital del sistema político.
2026 es un año vital en el movimiento político de la partidocracia en Hidalgo, porque presupone, en tiempos y movimiento, el posicionamiento de actrices y actores políticos que generen el piso firme en sus partidos de cara a la sucesión transexenal a la gubernatura de Hidalgo.
El proceso de afiliación política de Morena Hidalgo -que inició a tambor batiente su líder Marco Rico, y que fue seguido con magros resultados por Marco Mendoza en el PRI- fue, sin duda, el banderazo de salida a la carrera por la gubernatura; no se trató, exclusivamente, de un proceso de refuerzo político de sus estructuras, sino la operación de sondeo de data dura que todo partido lleva a cabo para controlar su dirección de trabajo de base.
En este trazo, el PRI Hidalgo tuvo magros resultados en su afiliación, al grado que a diferencia de Morena que enunció que había logrado más de 270 mil afiliados -los suficientes para ganar una elección-, el PRI no develó números, ni siquiera hizo público los alcances del proceso de afiliación, debido a que ello se convertiría en una propaganda fantasma y proclive a la defección y éxodo político que, de todos modos, sufrió a la postre.
Una vela para la Guadalupana
El análisis representativo de la data dura del proceso de afiliación logrado por Morena Hidalgo frente a los magros resultados en el mismo proceso en el tricolor, se erigió en un elemento significativo en la oleada de desbandada política que lo aqueja y perfiló que le prendieran una vela a la Guadalupana, en términos de la búsqueda de un milagro político.
La paradoja política en el PRI Hidalgo estriba en el hecho de que la concentración del poder de cúpula anquilosó históricamente la formación de cuadros políticos, una franca tendencia antidemocrática que fracturó vértebras e hilos conductores con su base militante. Por ende, no se trata de prenderle una vela a la Guadalupana, sino de democratizar al partido, lo cual es más escabroso que esperar un milagro de la Virgen morena.
Nunca lo antidemocrático se vuelve democrático
Debemos comprender que el PRI Hidalgo no ha dado muestras ni signos vitales en la recomposición y reestructuración de democracia partidista. En los hechos, la reelección de Alejandro Alito Moreno y Carolina Viggiano en la dirigencia nacional causó un cisma en los pocos priistas de cepa y, en la entrevista que le realicé a José Antonio Rojo, dejó claro que el partido tricolor había violado sus estatutos.
La atmósfera antidemocrática que permea en el PRI no permite asumir que pueda dar el vuelco verdadero hacia la democracia partidista y en ello no sólo lleva el pecado, sino los estragos de un partido de cúpula cuya casta política es ampliamente rechazada no sólo por los priistas de cepa, sino, también, por la ciudadanía.
Dos posturas
Mientras el PRI Hidalgo habla de democracia, sus entrañas develan lo contrario y el éxodo masivo de cuadros políticos, lo mismo a Morena que a Movimiento Ciudadano y al Verde Ecologista, es prueba empírica de que la incongruencia entre lo que dice y lo que se hace no permite generar credibilidad y legitimidad del acto político en y desde su estructura de mando partidista.
De nada sirve prenderle una vela a la Guadalupana si tus actos no develan veracidad y congruencia de vida.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.







