De frente, la declaración de Trump de nombrar a Jerusalén como la capital de Israel es el colmo de la estupidez y miseria de este papanatas que lo único que ha provocado es que el mundo musulmán esté a punto de declarar Intifada (guerra santa), avivando el histórico conflicto entre el mundo musulmán y el Estado de Israel.
Me faltan palabras para poder describir mi impotencia y la impotencia que genera este estúpido a nivel mundial, queda claro que ante sus apetitos de poder y sus desviaciones mentales poco o nada se puede hacer, y que el Congreso aún le favorece, por lo que estas gotas amargas habrán de subsistir.
En un puente de paz y concordia, como judío entiendo perfectamente el desencuentro que ha provocado Trump con estas declaraciones y respeto a las etnias y religiones que están en este desencuentro, mi deseo es que podamos solucionar esto y que la concordia esté en nuestros espíritus.
Como ser humano, considero que Dios nos ampara a todos, que somos los hombres quienes desvirtuamos su palabra y que debemos cambiar para amar al próximo y respetar su diversidad humana.
Como politólogo, asumo que los apetitos de Trump empujan hacia la consecución de intereses oscuros y abiertamente autoritarios, por lo que en su megalomanía no existen frenos, la psicología de su poder estriba en aplastar al contrincante o ponerlo de rodillas, no negocia ni delibra y con él no se puede esgrimir la negociación en equidad de circunstancias, esto es claro.
Trump es Trump, no nos confundamos, por lo que la geopolítica desde la visión del empoderamiento y aislacionismo norteamericano está causando estragos a nivel internacional, cuestiones que lo mismo van de los desencuentros con Corea del Norte que con Irán y, ahora, lamentablemente con la hostilidad abierta en contra de los musulmanes, que no se refleja sólo en la política migratoria de exclusión norteamericana, sino en la Ciudad Santa de Jerusalén.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
