Me encontré con un político del PRI

Me encontré con un político del PRI y en mi tímida pendejez, al iniciar una conversación, le pregunté: ¿Qué sientes ante la derrota de tu partido? Con el pragmatismo más absoluto me dijo: “Ya no me importa, el partido se fue a la chingada y son los jóvenes los que deben hacer la chamba para rescatarlo, nosotros somos retórica y ya no tenemos fuerza”.

Entonces reí y le pregunté: “¿Por qué sigues siendo priista si estás poco menos que desahuciado? No encontró una respuesta certera y empezó a hablarme del populismo, de la izquierda rencorosa, inclusive de la tradición nacionalista de los colores de la patria, pero en el fondo nunca dijo una idea estrictamente política.

Me miró y me dijo: “¿Por qué eres tan cruel, pinche gurú, es acaso que gozas con el sufrimiento ajeno?” Respondí que no. Le hice ver que no era mordaz ante la derrota del PRI, pero que el partido, si es que se puede hablar de una estructura única y uniforme, había hecho todo lo posible por irse a la chingada, por perder, que la había defecado; él me miró y dijo: “Siempre hay traidores y bueyes conformistas que lo único que buscaban era la teta, cuando el partido ya no se las dio a mamar, entonces, como bebés, empezaron a llorar y gatearon a otros partidos”.

Quise hacerle una pregunta más suave: ¿Cuál es el futuro del PRI? Respondió: “La verdad no lo sé, seguimos yendo a reuniones donde todos los pendejos piensan que perdimos porque nos castigaron con el voto, pero que cuando nos perdonen, volveremos. Yo creo que el caso es más cabrón, creo que perdimos para nunca volver a ser lo que fuimos, creo que en realidad pocos sabíamos qué era ser priista”.

Nos detuvimos y a lo lejos se miraba la Torre del PRI, con nostalgia me dijo: “Ese pinche edificio es un elefante blanco”, aunque en realidad, hace tres décadas que el propio PRI ya era un elefante blanco, más aún, otros partidos aprendieron y copiaron la forma de operar en corto, al grado de que muchos de nuestros operadores jugaban en dos y más bandos, se nutrían del billete de otras fórmulas y vendieron las técnicas de cooptación”.

Entonces cortó la plática abruptamente y me dijo: “Yo estaba hasta la madre de ir a reuniones donde alabábamos a candidatos que nadie escogía, a los hijos de papi del PRI, a las familias del PRI, mientras los que habíamos trabajado por un puesto éramos relegados”. “¿Pero cuando se trataba de pedir cuotas?”, interrumpí, “¿qué cuotas?”, “pos en dinero, especie y gente, entonces se acordaban de quienes trabajábamos, esto creó rencor y muchos castigamos al partido desde adentro.

Terminé la charla preguntando: ¿Entonces por qué sigues siendo priista?, “Nací en una familia que lo era, no sé hacer política de otra forma, pero creo que llegó el momento de aceptar que valimos madre”.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.