Hoy, que es junio 13, y que entre más me acuerdo, mis únicos y queridos lectores, más crecen mis dudas analíticas sobre los alcances de las alianzas sin partido que se han presentado en toda la nación, pero que, en Hidalgo han dejado hondas huellas de dolor.
Entre el encono y la verdad contundente, las exquisitas declaraciones de la senadora Carolina Viggiano de las “nalgas prontas del PRI en Morena” no han dado esquina posible para dejar de gotear en los corrillos políticos en Hidalgo, y han dado pauta para retornar y retomar el análisis de las alianzas sin partido.
Los grupos políticos
Sin duda, un grupo político que no pervive sólo de las alianzas en Hidalgo, históricamente, ha sido el Grupo Universidad, que encabeza el tigre Gerardo Sosa, que lo mismo desde el PRI que desde infinidad de partidos satélites, del que sobresale en los últimos años el PT, donde el Grupo Universidad ha posicionado sus piezas de ajedrez en las estructuras políticas.
En esta misma tesitura, pero de naturaleza orgánica distinta, el Grupo Plural Independiente, formado por el exgobernador Omar Fayad, dio cabida a un poder que iba más allá de las alianzas de partidos, enunciando no sólo la debilidad del espectro político partidista, salvo la clara y nítida excepción de Morena, que es el partido y fuerza política con el que se debe establecer nexo e interfase política en la escena pública.
Grupo Universidad y Grupo Plural Independiente son evidencia de que las relaciones de poder en la política no devienen, exclusivamente, del poder orgánico que pueden llegar a presentar algunos partidos en la escena política, sino de relaciones, prácticamente, lineales de personeros y personeras cuyo capital político puede presentar formas y estructuras orgánicas más allá de las lógicas partidistas.
El Grupo Universidad las presenta mediante el control estudiantil, mientras el Grupo Plural Independiente las presenta mediante la influencia de movilización de enclaves regionales de poder.
Gerardo Sosa y Omar Fayad expresan la radiografía del poder en Hidalgo, donde el bastión priista se amalgamó mediante la fortaleza que implicaba el poder orgánico estudiantil y de enclaves regionales, que articulados nutrieron desde formas caciquiles al poder orgánico del PRI.
Esta radiografía del poder no es lógica en expreso y evidencia que las alianzas políticas pueden, y en los hechos sucede, estar más allá de los partidos políticos.
En esta atmósfera convulsa, el Grupo Universidad y el Grupo Plural Independiente van más allá de los procesos políticos que siguen los partidos y, por ende, pueden jugar de manera ambivalente, evidenciando que el poder es una realidad concreta, no una construcción que responda de manera unívoca a la conciencia e ideología.
En este sentido, es nutritivo explorar que las lealtades del poder y de poder pueden ser construidas por vínculos infinitos de esas relaciones de poder y que pueden sobrepasar a los fines deontológicos de la política como lo son el “bien común”, “la patria” o “el bienestar del pueblo”.
La lealtad orgánica del Grupo Universidad es idéntica a la del Grupo Plural Independiente: Poder.
En definitiva, hoy es junio 13 y entre más me acuerdo, mis únicos y queridos lectores, más crecen mis dudas sobre las alianzas políticas sin partidos.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
