AMLO y el NAICM: cómo quedar bien con dios y con el diablo

El futuro del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es incierto. Andrés Manuel no quiere debilitar, desde ahora, su capital político; por el contrario, el Peje-presidente, de forma astuta y calculando el impacto de cada anuncio suyo en la opinión pública (en este nuevo rol de presidente de facto que tanto disfruta), construye una narrativa de esperanza e ilusión para dejar contentos a los dos bandos, fuerzas que parecen irreconciliables: los defensores de los terrenos de Texcoco, los aguerridos macheteros de Atenco versus el empresariado con todos los recursos económicos e infraestructura necesarios para llevar a cabo las grandes obras del nuevo gobierno.

A los primeros les prometió echar atrás la obra del aeropuerto, a los segundos considerar la permanencia del proyecto Texcoco. En teoría, AMLO ha quedado atrapado en esa retórica ambigua, populista, casi cantinflesca, que sólo funciona en campaña. López Obrador abre frentes que él sabe hasta dónde puede estirar; así, el falso debate del aeropuerto ha llegado al nivel que le permite, ya con la Presidencia en la mano, negociar con toda libertad un nuevo acuerdo con el empresariado que financiará la obra y, al mismo tiempo, legitimar con los campesinos de San Salvador Atenco una relación de respeto a sus demandas. Insisto, en el liderazgo carismático que construye López Obrador, ahora como presidente, logrará, antes de colocarse la banda presidencia, resolver la polémica del primer inconveniente heredado por los gobiernos que lo antecedieron.

Aunque de peores escollos ha resultado triunfante, el recurso de la organización a modo de una “consulta popular” le permitirá salir de nuevo fortalecido en su primer reto como jefe del Ejecutivo. De tal forma, comprometerse con las bases sociales, pero lavarse las manos como Pilatos, supone dejar en una cuestionada encuesta (mal llamada “consulta”) la decisión que desde el comienzo de la campaña ya tiene considerada.

Esa es la naturaleza que guiará el rumbo de asuntos controversiales; acostumbrado a lidiar con grupos opositores (v.g. profesores de la CNTE, Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Sindicato Mexicano de Electricistas…), la táctica le dice que en este asunto lo idóneo es la especulación. Semejante al beisbol, cambia las señales en cada jugada, parece que lo disfruta: a todos les da por su lado, no se desgasta, simplemente lleva al terreno que le conviene una decisión que él ya tomó, pero se trata de extender el juego a los límites, llevarlo a extra innings y luego dar de forma angustiante el batazo dramático que le dé el triunfo.

No hay que olvidar los escenarios originales: mantener la obra, suspenderla totalmente o habilitar dos nuevas pistas en aeropuerto militar. En teoría éste será el dilema por el que se justificaría una consulta popular; sin embargo, el verdadero origen del conflicto no es el económico, sino político. No es económico porque el altísimo costo de la obra puede o no ser financiado por el nuevo gobierno o concesionar a particulares, quienes bajo un cuidadoso acuerdo terminarían pagando el total de la construcción (Slim o cualquier otro le entrarían a un buen negocio). También, bajo un esquema mixto la iniciativa privada sería convocada para reducir el costo de la obra y promover en una licitación abierta la competencia entre empresas especializadas que buscarán ganar el concurso para edificar la terminal aérea. Si verdaderamente fuera el dinero la causa de la controversia,  los responsables del gabinete económico serían los únicos actores que estarían atrapados en la discusión. ¿Por qué entonces culpa a su próximo secretario de Hacienda de haber recibido información equivocada sobre la sustentabilidad del aeropuerto?

AMLO tiene claras las opciones para la sustentabilidad ecológica y financiera, pero no nos engañemos, no es por ahí donde se mueven las verdaderas intenciones del presidente electo.

¿Por qué el conflicto del aeropuerto es fundamentalmente político? AMLO se solidarizó con Atenco y su sistemática oposición al aeropuerto impidió que el gobierno de Vicente Fox se echara para atrás en un proyecto que desde hace quince años y resultaba urgente atender para cubrir la demanda del saturado tránsito aéreo que debilita la incursión de México a la globalización.

El presidente electo, experto en cambiar de ropaje cuando la situación lo amerita, ha generado una hábil estrategia para quedar bien, en la lógica de Morena, con Dios (los campesinos de Texcoco) y el diablo (los inversionistas con todo y Slim).

Para legitimar el apoyo con la resistencia campesina el nuevo gobierno ha creado foros, espacios para darles voz a los grupos afectados, también reconoce que la opción de mantener la edificación del aeródromo es viable.

Apenas concluya este sui géneris referéndum aéreo, López Obrador doblegará al capital a bajar sus pretensiones en las utilidades que esperan obtener y a los campesinos de Atenco les ofrecerá un proyecto con ajustes a la protección ecológica de los terrenos a fin de legitimar una obra en la que los dueños de los terrenos han estado excluidos. El aeropuerto que visualizaba el gobierno de Enrique Peña Nieto no quedará culminado como en la maqueta; costará menos, tendrá que demostrar mayor eficiencia en el uso de los recursos, deberá transparentar cada peso invertido por la iniciativa privada y reconocer los derechos de la tierra de los habitantes de San Salvador Atenco.

El aeropuerto va, la puntada de llevar a Santa Lucía la extensión de la terminal aérea fue una ocurrencia que desató una discusión previamente planeada. La consulta representará el primer termómetro de popularidad del nuevo gobierno; en realidad se trata de un registro de la popularidad y, seguramente, como ocurrió el primero de julio, el nacido en Macuspana, Tabasco, bateará jonrón con bases llenas.

Por: Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.






EL ABISMO - Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.