El guion del propio realizador narra la historia de cinco mujeres que tratan de rescatar un viejo hotel que se encuentra al borde de la bancarrota.
Sara (Rita Blanco) la matriarca, decide llevar a su nieta Salomé (Madalena Almeida) para que se reencuentre con su madre Piedad (Anabela Moreira), pues ha muerto su padre.
La hija está muy resentida con la madre, que sufre de bipolaridad y que no quiso hacerse responsable de ella. Completan el cuadro, la divorciada Raquel (Cleia Almeida) y Angela (Vera Barreto). Ninguna de ellas es feliz y se la viven reclamándose unas a otras. Piedad es la más afectada de todas, pues está consciente de que le falló a su hija, y nunca supo ser madre.
Se trata pues de una visión triste y pesimista que por momentos recuerda La Casa de Bernarda Alba. Es la primera parte de un díptico del director de Sangre de mi Sangre y Fátima que obtuvo el Oso de Plata en el Festival de Berlín, y del Gran Premio del Festival de Cine Independiente de Lisboa.
Mal Viver resulta pues un filme triste y difícil que no será del agrado de todos, pese a sus actuaciones sobresalientes y que es menor a la segunda parte.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
