La escaramuza mediática que provocó la aparición de Jessica Blancas en Pachuca no contuvo los apetitos mediáticos por querer conocer el destino de su presencia, los arrestos que tenía la exsecretaria de Finanzas del gobierno anterior para caminar en medio del imaginario colectivo escéptico ante su imagen y las sombras de las acusaciones que se incrementaron en segundos en las redes sociales que, sin duda, juegan un papel de presión mediática, sin con esto querer indicar que tienen la estructura de un lobby de presión ciudadana ni la verdad, pero indudablemente, dejan huella.
Las noticias del arribo de Jessica Blancas corrieron por doquier en Pachuca, la Estafa Siniestra cobraba vida, momentánea y efímera, pero vida, al fin y al cabo.
En la recopilación de las notas periodísticas, redes sociales y fotografías, fueron los trascendidos los que causaron mayor bulla y escarnio sobre la aparición de Jessica Blancas. Abiertamente, los trascendidos de la prensa en Hidalgo en las páginas mediáticas preguntaban: ¿todavía tiene algún amparo vigente?, ¿por qué se amparó Jessica Blancas en el tenor del que nada debe nada teme?, ¿la PGJEH seguirá las pesquisas de la Estafa Siniestra?
Sin embargo, todo quedó en sainete mediático. Jessica desapareció con tanta rapidez como había aparecido y dejó dudas y perplejos a los medios de información que no cabían en su extrañeza, pero no fueron tampoco capaces de inquirir a las autoridades de la PGJEH, como tampoco de transitar al recuento de los daños de la Estafa Siniestra. De todo o nada, los medios informativos se quedaron en ascuas.
Mientras Jessica Blancas causaba conmoción mediática, volvía al imaginario colectivo la presencia de Santiago Nieto que había sustentado que no existían pruebas o indicios sobre la exsecretaria de Finanzas y en aquel momento volvió con entereza la figura de la justicia a título de máxima jurídica: “nadie es culpable de un delito hasta que no se pruebe lo contrario”. Esto era verdad, pero no calmó el ánimo social, cuestión que dio paso a los pronunciamientos del gobernador Julio Menchaca sobre que no se instauraría una “cacería de brujas”.
Nuevamente se imponía la cordura gubernamental, pero esto no aquietó las aguas de la ciudadanía que vio diluida la promesa de la 4T: combate a la corrupción e impunidad.
Los días posteriores a la presencia de Jessica Blancas en Pachuca transcurrieron por parte de Francisco Fernández Hasbun sin ningún pronunciamiento. No hubo vientos ni molinos de viento en la Bella Airosa que volvieran a hablar de la Estafa Siniestra, Hasbun guardó sigilo y también toda la estructura de la PGJEH, ¿se le había dado carpetazo al mayor hallazgo judicial en la historia de Hidalgo?
Nadie puede retrotraer la historia sin consecuencias. La Estafa Siniestra y sus indagatorias no podían, ni pueden, quedar inconclusas o marcar el epílogo de un sainete de la justicia en Hidalgo.
Es pertinente atender a que las líneas de investigación de la Estafa Siniestra están abiertas y que sus expedientes no han pasado al archivo muerto. No obstante, algo sobresale, en todo el trayecto de las indagatorias -pese a existir cifras de la malversación pública- no se centraron las pesquisas en torno al poder político y financiero de esta red de corrupción y sobre las implicaciones que tenía en el escenario político y social. ¿Se trataba de un fraude al erario para provecho personal?, ¿el destino de los recursos sirvió para operar políticamente en contra del gobierno de Julio Menchaca?, ¿qué sucedió con las empresas fachada y los posibles agentes privados que intervinieron en ella?, ¿Omar Fayad había hecho un pacto político de impunidad?
La encrucijada es clara, las pesquisas de la Estafa Siniestra fueron desde el destape de la cloaca un laberinto, para el cual la procuración de justicia en Hidalgo no se encontraba preparada. En este telón de fondo, las pesquisas calmaron ánimos con rostros de presidentes municipales y personeros de mandos medios del sexenio anterior y, uno que otro viento ensombrecido por personajes del antiguo régimen como Francisco Olvera, sobre los que pesaron acusaciones, pero todo quedó en la rumorología y oscuridad del desencanto social.
La Estafa Siniestra no ha cerrado sus capítulos, pero del clímax con el que el gendarme custodio, Santiago Nieto, abrió la caja de Pandora, se ha pasado a lúgubre olvido público y se ha empolvado a través de ese mismo laberinto de la red de corrupción que le dio origen en un juego de sombras en el que se ha extraviado la verdad histórica.
ARCHIVADO EN:
Política, Hidalgo, Julio Menchaca, Santiago Nieto, Estafa Siniestra, Justicia, Omar Fayad, Francisco Fernández Hasbun, Jessica Blancas, PGJEH