En un proceso inédito donde políticos vinculados con la corrupción se hacen del poder, en Brasil el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva fue declarado culpable de actos de corrupción y encarcelado, sacándolo así de la campaña por la Presidencia, donde llevaba la delantera.
Lula reapareció el sábado en una misa en memoria de su esposa, luego de rechazar el fallo de la Corte y oponerse a ir a prisión, desafiando el mandato del juez de llevarlo a prisionero el viernes. Explicó públicamente su inocencia y entonces aceptó su arresto, no sin antes afirmar que Lula era ya una idea que no podían callar en Brasil.
El expresidente de Brasil señaló que cumpliría con la orden de arresto y aceptaría su condena de 12 años y un mes de prisión, dictada por el juez por aceptar sobornos y lavado de dinero.
Siendo favorito en las próximas elecciones presidenciales, el juez “anticorrupción” Sergio Moro ordenó su arresto por haber mentido, según él; es el mismo juez que está al frente de la extensa investigación de lavado rápido de dinero dentro de la empresa pública Petrobras, quien ha llevado a la cárcel a altos funcionarios, e hizo de Lula su mayor logro.
Luiz Inácio Lula da Silva, de 72 años, frente a la multitud de simpatizantes congregada, reafirmó su inocencia en un primer discurso desde que se emitió la orden de captura en su contra y se atrincheró durante dos días en la sede del Sindicato Metalúrgico, rodeado de militantes, ignorando la orden del juez que lo obligó a entregarse y dejar que sus abogados entregaran al Tribunal Supremo su solicitud de suspensión hasta el sábado de la orden de arresto.
Sobre la plataforma de un camión, ante miles de seguidores que se congregaron en Sao Bernardo do Campo metalúrgico, en el cinturón del Estado Industrial de São Paulo, Lula dijo que quería mirar a los ojos a sus acusadores, prometiendo probar su inocencia un día, rodeado de la expresidenta Dilma Rousseff, destituida a brutalmente en 2016 por “maquillar las cuentas públicas” y de su exministro de relaciones exteriores, Celso Luiz Nunes Amorim.
El líder en las encuestas para las elecciones presidenciales del próximo mes de octubre llegó a la sede de la Policía Federal de Curitiba, en el sur de Brasil, el mismo sábado, desde donde seguirá con su campaña por la Presidencia, pues incluso en prisión podría registrarse técnicamente como candidato en octubre próximo, ya que las preferencias lo ubican casi 20 puntos delante de sus competidores.
Mientras, un portavoz de la justicia federal aclaraba a la agencia AFP que Lula no podía ser considerado un fugitivo, ya que no había desobedecido la orden judicial, pues el juez le había dado una oportunidad para presentarse sin ser arrestado, preocupado por posibles enfrentamientos con los seguidores del expresidente.
La solidaridad internacional con Lula no se ha hecho esperar y en los medios y redes sociales circularon desde la semana pasada numerosas muestras de afecto y respaldo a este icono de la izquierda latinoamericana y un ejemplo de constancia política; un obrero que sin ir a la universidad logró llegar a la Presidencia de Brasil y construir más universidades que ningún otro, y como lo dijo en su discurso, permitir que más pobres, que más negros, pudieran tener acceso a la educación superior.
Seguramente no pasará mucho tiempo para ver de nuevo a Brasil caminar por la senda de la democracia y poner a los verdaderos corruptos tras las rejas, probando que Lula nunca traicionó a su pueblo.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
