Es inenarrable la precariedad política y de las formas democráticas en que la ciudadanía ha abordado por décadas el ejercicio de gobierno, que se encuentra enfrentado a una representación que no satisface a ningún ciudadano que entienda que esto que llamamos democracia, es poco menos que un acápite de la razón política.
Desde hace décadas también muchas de las funciones de la democracia de Estado se han llevado a cabo por medio de condiciones electrónicas que direccionan y sancionan ciertas condiciones que deberían responder a la sociedad y su voluntad en el ejercicio de gobierno, tales como la eficiencia administrativa de la burocracia o de las mismas formas electorales.
Pero un espejismo es cuando desvirtúa la realidad, lo mismo sucede en México con las condiciones que llamamos democráticas, donde partidos políticos, funciones administrativas del Estado, burocracia, organizaciones de la sociedad civil en predisposición al ejercicio de gobierno, e inclusive las añejas formas de representación de diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores y el presidente de la República, actúan en condiciones ilusorias en la denotación empírica de una sociedad en desigualdad de oportunidades, asimétrica a nivel económico y político.
Todo apunta a que esta era, donde las condiciones electrónicas y sus manifestaciones virtuales deberían crear una lógica de desarrollo mental y orgánico de la sociedad, en realidad es la era electrónica del anquilosamiento mental, pues lo que estamos percibiendo es un empobrecimiento cognitivo y reflexivo de la mayor parte de la sociedad, lo que hace suponer que la democracia electrónica en sus diferentes manifestaciones no hará la diferencia evolutiva de las estructuras de poder para democratizarlas.
Cuando hablamos de que la democracia es disfuncional, de lo que estamos hablando es de un tejido social que no ha encontrado las formas de hacer valer su voz, en consenso o disenso, y se ha precipitado al vacío social porque el ejercicio de gobierno no puede encontrar respuestas y soluciones a sus problemáticas.
A pasos agigantados nos desgarramos sin encontrar en la democracia la forma de expresión válida de la ciudadanía para ejercer el poder político y sus expresiones del ejercicio de gobierno.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
