Discriminación y obesidad

Hablando de la discriminación a los cuerpos gordos, si bien es importante dar lugar a la aceptación, también es importante evitar la promoción de la decadencia.

Avatar photo

Por: Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.

El tema de la discriminación lleva mucho tiempo en la mesa, pero escribir esta colaboración fue una suerte porque hace unos días me hicieron mención de que un personaje de la farándula estaba pronunciándose contra la discriminación a los cuerpos gordos, y a pesar de lo válida e importante que es esta postura, me resultó irónico que fuera la actriz Michelle Rodríguez quien encabezara esta posición, toda vez que ella participa en actividades públicas de alto rating donde insulta y se hace insultar con otras personas de su medio.

La desmedida promoción de la obesidad tiene como génesis la abundante campaña de tolerancia y aceptación, la cual llevó a buen puerto proyectos que buscaban disminuir el acoso escolar (bullying) o laboral (mobbing) y la discriminación por los motivos enunciados en el párrafo quinto del artículo 1 de la Constitución mexicana, que dice:

“Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.

El párrafo indica que el imperativo no está limitado por su enunciación, y aunque para entender la intención del legislador la norma hace puntualidades, bastaría decir que están prohibidas todas las formas de discriminación. La llamada gordofobia no está expresamente dicha en la ley, pero también está prohibida, así como las expresiones que puedan denostar a las personas por su enfermedad.

Antes de continuar, hablemos de que hay dos tópicos centrales en el tratamiento de la discriminación: el primero se da cuando se busca abatir este problema, normalmente a través de la discriminación positiva, cuotas de poder y acciones afirmativas, concluyendo en que, cuando existen motivos ideológicos o políticos de la sociedad para abrazar las causas de las personas discriminadas, se llega a conceder el otorgamiento de escaños para evitar el menoscabo de un sector social, por ejemplo, candidaturas a personas disminuidas en alguna de sus atribuciones o que pertenecen a un sector vulnerado. El ejemplo en Hidalgo está en las posiciones electorales por acción afirmativa de discapacidad de Montserrat Olvera, del PRD y de Michelle Calderón, del PRI.

El segundo tema es la conservación del poder, y es que el tratamiento de la discriminación puede conducir a la corrupción y que personas poderosas ocupen espacios a través de sus descendientes, amigos, empleados o personas con las que tiene vínculos amatorios, y que se encuentran en los supuestos que la sociedad ha aprobado, con la positivización ideológica de las leyes, para tener curules.

La discriminación que toco en esta colaboración es la que se da por la apariencia y por la enfermedad; abordo la primera porque su gravedad conduce a muchas personas inmersas en la búsqueda del poder a evitar encontrarse en esa posibilidad, ya sea pintando o recortando su pelo, usando prótesis capilares, inyectándose toxina botulínica o ácido hialurónico, sometiéndose a cirugías estéticas y principalmente haciendo ejercicio y comiendo sano, y lo hacen porque circunstancias anómalas a su cotidianeidad no están previstas en su agenda, más que porque no puedan lidiar con ello (conocido es el caso de Dick Cheney, que tuvo que trabajar con los reveses que le presentó su vida privada a su vida profesional).

Es este tenor de ideas el que me conduce a decir que hay personas que no reciben ningún derivado de la discriminación positiva y estando enfermos y menoscabados físicamente por la gordura, consiguen posiciones de privilegio, tales son los casos de Agustín Carstens, exgobernador del Banco de México y actual gerente del Banco de Pagos Internacionales; Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, expresidente del PRI de la CDMX, y Citlalli Hernández, senadora de México por parte de Morena. Me explico: la enfermedad es definida por el Diccionario del Español de México del Colmex como la alteración del funcionamiento normal de un organismo, o de alguna de sus partes, producida por algún desorden interno o por una causa externa, como las bacterias o los virus. Por tanto, el innatural estiramiento de la piel de los mencionados, como sus posibles afectaciones crónicas (diabetes, hipertensión, gota, etcétera), no han impedido que consigan lo que muchas personas sanas no han podido, e incluso han tenido que batallar con situaciones de discriminación que no han podido utilizar en su favor (como fue el caso de Harvey Milk, quien utilizó su circunstancia como plataforma política o las mujeres que usan su obesidad para atraer sexualmente a sus parejas, popularmente referenciadas bajo el acrónimo BBW, por sus siglas en inglés).

Esto tiene todo que ver con el pensamiento político de la sociedad que atribuye capacidades intelectuales, razonamiento lógico-matemático y buena memoria a personas sanas, que es tan ingenuo como pensar que un delincuente no podría tener habilidades en los mismos rubros, o que la obesidad, especialmente la mórbida, no tiene estas características cuando lo cierto es que el enfermo puede tenerlas y estar limitado por las enfermedades circuncidantes a la obesidad y solo a conducir a quien la padece a no caber en todos los espacios destinados al uso de la gente, a no encontrar ropa en todas las tiendas, a reducir sus oportunidades laborales, a tener menos oportunidades sexoafectivas y a tener complicaciones médico-quirúrgicas en determinados momentos.

Por este motivo es importante dar lugar a la aceptación, pero igual de importante es evitar la promoción de la decadencia, porque una mala defensa de los derechos puede degenerar en un hipergarantismo que afecte negativamente a la sociedad y admita malos consumos (tanto los que enferman al cuerpo como a la mente) y malas decisiones.

Promover estándares deseables en lo físico, social, moral e intelectual puede dar cabida a la virtud, pero promover cuerpos deformados por el excesivo consumo de alimentos, la marginación (como la de los hikikomoris) y el negacionismo, los antivalores que posicionan a criminales como héroes y la desinformación o la formación acrítica puede conducir a los individuos, especialmente a los más jóvenes, a cometer errores.

 

Avatar photo

Por: Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.


ARCHIVADO EN:
, , , , , ,



Avatar photo

CONSTITUCIONALISMOS - Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.