Se han establecido las bases de una reingeniería constitucional para la alternancia de los cargos públicos de peso sustantivo y en Hidalgo se perfila una encrucijada política para la derecha que tendrá que prospectar hacia la elección por la gubernatura en 2028 a una mujer abanderada de altura, cuyos signos de conducción social le permitan dar la batalla al poderío y capital político que dejará Julio Menchaca a su sucesora.
Claudia Sheinbaum experimenta presiones desde Washington debido a que, en la Cumbre CEO Dialogue con empresarios, la representante comercial de Joe Biden externó su preocupación por la seguridad jurídica de la reforma judicial de México, así como el “doble discurso económico y político” al secretario de Economía, Marcelo Ebrard.
A título de la reforma de alternancia de género enviada al Congreso por la presidenta Claudia Sheinbaum, donde se ha propuesto una reingeniería constitucional que cambiará significativamente la rotación de encargos públicos en el Poder Ejecutivo, gubernaturas y presidencias municipales, se presenta un análisis crítico para las estructuras institucionales del aparato de Estado en un momento de crisis política.
1ª Dimensión de la crisis política
No termina de sacudirse la élite y oligarquía empresarial de la derrota del Poder Judicial cuando Claudia Sheinbaum mueve el ajedrez político llevando a jaque a la derecha. Su reforma política de alternancia de género en encargos públicos no sólo se trata de una rotación de género, sino de un vaivén sobre la preparación profesional para las expresiones partidistas que tendrán que sufrir en un esquema de profesionalización de sus candidatas y candidatos donde, históricamente, la generación de figuras políticas es limitada.
Si se observa a nivel nacional, e Hidalgo no es la excepción, el espectro de partidos de derecha e izquierda no cuenta con una estructura dinámica de personeros públicos para virar en torno a su fuerza de conocimientos y perfiles profesionales aptos para encargos del gobierno.
Esta condición de anquilosamiento en la rotación de perfiles políticos tanto en la derecha como en la izquierda enuncia que la estructura de estatutos de partidos ha sido manejada de manera autoritaria con verticalidad de las cúpulas de poder y arenas políticas en cada expresión partidista. Si revisamos en un corte arbitrario cada tres décadas las filas de un partido, nos encontraremos con prácticamente las mismas figuras de la palestra política y, en el mejor de los casos, los encargos de “herencia genética y estirpe política”, donde los apellidos y encargos pasan de padres y familiares a la siguiente generación y a uno que otro personero que emerge por fuerza de un sector político.
2ª Dimensión de la crisis política
¿Qué característica presenta la macro crisis política que está en desarrollo a nivel nacional?
La respuesta es lineal. Se trata de un enfrentamiento no de las fuerzas políticas de la derecha e izquierda a nivel de partidos políticos, sino de las élites económicas contra la fuerza política de un proyecto reformista de izquierda que ha trastocado intereses nacionales e internacionales que predisponen, como ya sucede, a una alianza entre los sectores conservadores del gran capital de México con el extranjero.
En este escenario, el ascenso social de la izquierda y, no se trata de una cuestión ideológica, sino de una adhesión guiada por el reformismo programático de asistencia del bienestar social, advierte que el capital político de Morena habrá de incrementarse en el sexenio de Sheinbaum Pardo, por lo que la reacción de la burguesía nativa será enconada y feroz porque las pérdidas que experimentará serán mayores. La burguesía nativa no será juez y parte en los poderes públicos, de aquí la derrota que ya vive y su palpable desesperación.
El juego de una democracia polarizada
Cuando Alejandro Moreno y Carolina Viggiano en el sexenio de López Obrador hablaban de una polarización social como peligro para la democracia en México, lo hicieron de manera reactiva pero no con la fuerza del análisis político, porque, en esos momentos, lo que querían era causar miedo o terror social para que la ciudadanía se plegara a la alianza del PRIAN. Sin embargo, ante la derrota de las fuerzas del antiguo régimen, ahora sí existe un trazo de polarización social creado por la propia derecha. La Marea Rosa, el contubernio con Estados Unidos y Canadá, el paro y profundización del retraso de la reforma del Poder Judicial, sin duda, son trazos nítidos de una estrategia de confrontación que la derecha no puede ganar ni en los poderes públicos ni con sus partidos políticos. Por lo tanto, la batalla está en las calles.