¿Durango, Veracruz e Hidalgo?

Aunque el PRI haya ganado algunas alcaldías en Durango y Veracruz, la realidad es que la afiliación de Morena, la alta aprobación de Claudia Sheinbaum y las alianzas políticas, perfilan un escenario de consolidación de la 4T. Salvo una catástrofe, no existe escenario donde Morena pueda perder el poder de cara a la elección del 2030.

Después de los duros estragos y reveses que ha sufrido el PRI, las elecciones en Durango y Veracruz donde los resultados otorgan la luz de la esperanza” para la derecha, se han encaramado pobres criterios del partido tricolor que con bombos y platillos festeja -como lo hace un mendigo en el parque cuando se encuentra una colilla de cigarro a medio fumar- de que su regreso político al protagonismo público en el país es inminente.

Más allá de las ilusiones frustradas y de rendimientos políticos decrecientes, el PRI no evalúa que Durango y Veracruz se encuentran bajo la estela del impacto y ascenso en municipios que pueden reorientar su poder político, cuestión que debe ser analizada desde el cristal que en Durango Morena ganó municipios con mayor peso de influencia política que el PRI y dejó puesta la mesa, al igual que en Veracruz, para la elección presidencial del 2030.

La lógica científica de este análisis crítico de escaños que el PRI ha ganado en Durango y Veracruz estriba en que el reacomodo de intereses en esos estados y la movilización de la derecha es sólo un reflejo escaso sobre un escenario político que, en términos de fuerza política, en realidad no controla. Lo que debería apreciar el PRI es que la operación de afiliación política que lleva a cabo Morena con Luisa Alcalde a nivel nacional y concretamente en Hidalgo con Marco Rico, ya ha creado un fortalecimiento de sus estructuras militantes y, que, pese a la insuficiente votación de la pasada elección del Poder Judicial, Morena ha perfilado los cambios estructurales para dar el golpe en la mesa.

El entusiasmo en los festejos por las alcaldías en Durango y Veracruz, que ahora controlará el PRI por parte de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano, representa la algarabía desbordada de un logro que en realidad es precario y discreto, pero a falta de pan, buenas son las tortillas.

En la revisión crítica de lo ocurrido en Durango y Veracruz el PRI debe entender que, de cara a la elección gubernamental en Hidalgo 2028 y la presidencial 2030, la afiliación política de Morena, la aprobación de la presidenta Sheinbaum Pardo que oscila entre el 76% y el 83% en la ciudadanía, y el factor de alianza política que ha ido en crescendo en la izquierda con otras fuerzas políticas, perfilan un escenario de consolidación política de la 4T.

Salvo que se presentara una especie de cisma político o tsunami presidencial, no existe escenario donde Morena pueda perder el poder de cara a la elección del 2030.

No se trata de ser pitonisa ni jugar a las profecías de Alfredo Jalife; sin embargo, la data dura en rendimientos políticos crecientes de Sheinbaum Pardo tienen temblando al PRIAN y a las élites económicas de la rancia oligarquía nacional, que ya se moviliza para crear incertidumbre y confusión frente a las tendencias de la pasada elección del Poder Judicial.

Para Hidalgo, Carolina Viggiano ha seguido operando pero con un hilo conductor débil, Marco Mendoza. Pese a que la senadora y lideresa del PRI le confiere a la expertiz política del líder del tricolor en Hidalgo un peso de vanguardia cognitiva y política, lo cierto es que su actuación en el Congreso local no lo erige como el conductor de mano dura del PRI y si se analiza la precaria afiliación política que ha llevado como líder del PRI, los datos se vuelven todavía más cruentos.

Sin embargo, ¿por qué el PRI de Hidalgo no ha perfilado a otro líder en su cúpula política?

El PRI Hidalgo no presenta las lógicas de adhesión plena a Carolina Viggiano y los escarceos que se han dado entre figuras de la vieja guardia que, inclusive, trazaron alianzas y empatías de conducción política con Viggiano Austria como la del exgobernador Francisco Olvera. Los devaneos del exgobernador Francisco Olvera, en predisposición a que Morena lo acoja en su santo seno, marcan distancia evidente con Carolina Viggiano y develan lo que ya sabíamos, las veleidades, intereses y arribistas que marcan su éxodo a Morena y que, en el mejor de los casos, como dice Marco Mendoza, se convierten en priistas de closet en los gobiernos de Morena.

Un aspecto de forma y fondo es la despolitización del PRI y la politización en Morena. Durango y Veracruz son una golondrina que no hace primavera, e Hidalgo es la antesala a la extinción del PRI.


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